"Uno sale a las calles, se miran casas a punto de caerse, cayéndose, remojadas,
paredes tumbadas, puentes deshechos, todos embotados, todo verde. El olor del
agua estancada se mete hasta los huesos, los animales que pasan están
esqueléticos, porque el pasto se pudrió."(http://isiborosecure.blogspot.com/2014/02/inundacion-en-el-beni-los-medicos-solo.html)
Testimonio Anónimo de un habitante de Reyes, Beni. 21 de febrero de 2014
En estas últimas
cuatro semanas, el panorama en Reyes ha cambiado mucho. No deja de llover, no
entran flotas, no salen los autos a Rurrenabaque. Dicen que es un castigo de
Dios.
En el mercado no he
visto pan, verduras, carne, lácteos y demás alimentos necesarios para
subsistir. Pero lo que sí vi es mucha agua, gente llorando, casas inundadas,
casas cayéndose; calles que parecen lagunas artificiales, helicópteros, mucha
gente buscando alimentos para llevar a casa, avionetas, cielos cargados de
agua, vacas, toros, caballos, yeguas, gallinas, perros y gatos buscando dónde
guarecerse. También vi al Ministro Juan Ramón Quintana visitando a nuestro
Honorable Alcalde Municipal.
Las cosas han cambiado
mucho en estas semanas. No hay niños por las calles, están llenas de agua,
barro y continúa lloviendo. La desesperación está entrando por las ventanas de
todos los reyesanos. Se siente en el aire una especie de vacío y desesperanza.
La envidia y la solidaridad se volvieron el pan nuestro de cada día, puesto que
ya no hay pan para comprar.
Desde que el Alcalde
de Reyes expresó “Los maestros tienen sueldo, nada para ellos” me puse a
pensar: ¿qué dar de comer a nuestros hijos si no hay nada para comprar? Si es
cierto que todos los asalariados estamos hinchados en plata, entonces
deberíamos comenzar a dar de comer dinero a nuestra familia. Quisiera imaginar,
por tan solo un minuto, qué haría nuestro Alcalde Municipal si su empleada le
sirviera a él, a su esposa e hijos un suculento almuerzo de monedas y billetes.
Hoy salió el sol, pero
en el cielo aún se mira nubes negras. No hay luz, no hay agua, no hay
alimentos. Escuché decir que todo el Beni se encuentra así. Parece que fuera
una pesadilla. Como mucha gente dice, cuando alguien ve y anda por las calles
queda perplejo.
Cuando todo esto
empezó llovió toda la noche, como nunca. Nadie imaginó que sólo era el
comienzo. Los curiosos iban hasta la tranca, donde hicieron el primer corte de
ruta. Desde ese día –domingo- lo recuerdo bien, no dejó llover. Las calles
estaban llenas, todos salían a sacarse fotos para subirlas al Facebook. Algunos
más intrépidos se metían moto y todo a calles, donde el agua llegaba hasta el
escape y otras lo tapaban y todos inocentes, sonriendo para la cámara.
Al día siguiente los
comerciantes viendo que no había paso para flotas y autos, guardaron los
alimentos y otros empezaron a vender sus productos a precios más elevados.
Los mercados que
estaban llenos de verduras, frutas y conservas, ahora están limpios, vacíos,
sin nada. Como nunca, se mira las cajas bien lavaditas y volcadas junto a los
balays y canastas. Y las venteras sentadas, sin qué hacer, mirando la calle.
Simplemente no hay camino por donde lleguen los alimentos al pueblo (aunque
para muchos reyesanos llamar “pueblo” o “pueblito” a Reyes es un insulto.
Responderían con indignación y muy rápidamente: “Reyes no es un pueblo, es una
ciudad… carajo!”).
En Reyes no hay
clases, los damnificados de diferentes comunidades están utilizando las
Unidades Educativas como vivienda provisional. Esto lo vino a constatar en
persona el Ministro de Educación Roberto Aguilar, que en compañía de dos
directores recorrieron las calles inundadas de Reyes y visitaron todas y cada
de una de las Unidades Educativas a las que se pudo acceder en moto; a las demás
unidades las observó desde un helicóptero, puesto que literalmente el agua
llegaba “al coto”.
Después de esa
travesía el ministro pudo irse contento, puesto que vio que los maestros no
pueden pasar clases, no hay dónde… pero siguen ganando su sueldo, sentados,
pero inundados. Esto me hace recuerdo a un incidente televisivo local (cuando
tenemos la suerte de que haya corriente). El Alcalde Municipal recibió clases
magistrales de un vendedor apodado “El Camba”. Le enseñaba que tenía en su
tienda lo que recibe el nombre de “aceite”, “arroz”, “azúcar” denominados
víveres… ya que ese mismo día el Honorable Alcalde Municipal de nuestro pueblo,
en una entrevista, dijo que en Reyes no había víveres, que necesitábamos la
ayuda y colaboración del gobierno central. No sabemos por qué el gobierno no
quiso declarar zona de desastre a Reyes o a todo el Beni. “El Camba” no es
partidario del partido del Alcalde, porque si bien tenía “muchos y variados”
víveres para vender, la gente que perdió todo… no tiene con qué comprar sus muy
variados y bien llamados víveres. Ah! Falta aclarar que si hablamos de dinero,
los del magisterio están forrados! Vamos Camba…. Tienes a quién vender todos
tus víveres que no conoce el Alcalde!
Si revisan algunas
fotos subidas al Facebook podrán constatar el difícil trabajo de un ganadero.
Primero, el camino a las estancias tiene una profundidad de agua de unos 1.20
m. para arriba, sumado un lodazal que pa que te cuento. Un pariente fue a
rescatar un ganado; hizo una canoa y junto a otro pariente se fue aguas
adentro, rumbo a Río Viejo. Llegando a la estancia contaron el ganado. 48
novillos que blanqueaban sus ojos. Rápidamente separaban a los que podían
salvarse y a los otros los carnearon. Cuando llegaron al pueblo, después de
cuatro días, entre medio la coca, chamairo, bico, agua y alcochol, se sacaron
las botas. Esos pies estaban al rojo vivo, de tenerlos remojados y la fricción
de la bota de goma hizo que los callos que se les formó se pelaran y estaban
deshechos! Afortunadamente llegaron unos médicos de La Paz y pudieron revisar
los pies de estos parientes, pero la ayuda vino incompleta, llegaron los
médicos para ver las emergencias que se presentan en medio de tan terrible
inundación, nunca antes vista, pero los médicos sólo vinieron a eso: a ver y
nada más. No hay remedios, no llegan remedios, porque no hay caminos. Sólo
vinieron a ver a los pacientes y nuestros parientes curaron sus pies “como se
criaron los cambas”, con cebo caliente derretido en cada peladura, gritando
todos y los más irrepetibles disparates.
En el camino a
Rurrenabaque-Reyes, la historia es similar o mucho peor. Las personas viven en
las carreteras junto a sus gallinas, chanchos perros y los gatos que pudieron
salvarse del turbión. Sus casas están en el fondo del paisaje, junto a una
corriente fuerte de un río que jamás pasaba por esos lugares y que les dejó de
regalo un lodazal, que arrinconó lo mucho o poco que tenían.
Los tractores que en
vez de llevar basura (que era su uso) ahora acarreaban gente de Rurrenabaque a
Reyes o viceversa; todo por parte de la Alcaldía y de la subgobernación. Pero
lo hicieron por la módica suma de 50 Bs. Algunos de los tractores se volcaron,
regresaron de donde partieron y terminaron sin uso varios días, debido a la
crecida de las aguas e intransitabilidad de la carretera. Pero cuando asoleó un
poco y bajó el agua, vieran… todo estaba lleno de “collas” de ida a
Rurrenabaque, para tratar de traer algo para vender.
Sin duda alguna el que
más trabajó en estos días de inundación, fue el dueño de la única avioneta que
estaba en Reyes: el Cap. Alcázar quien cobraba 150 Bs. por persona por un vuelo
de 7 minutos: Rurrenabaque–Reyes. A él sí que lo buscaba todo pasajero recién
llegado de La Paz, por la línea aérea Amaszonas, porque los vuelos solidarios
que se ofrecieron por televisión jamás se dieron. Fueron sólo palabras. Tanto
fue el enojo de los turistas que no encontraban salida hacia lugares sin agua,
que tomaron el aeropuerto de Rurrenabaque reclamando los vuelos solidarios que
nuestro presidente prometió y no cumplió.
Las consecuencias de
la inundación recién se hacen notar. Da mucha pena, pero qué más podemos hacer.
La naturaleza decidió castigar a todos los reyesanos en menor o mayor medida.
Uno sale a las calles, se miran casas a punto de caerse, cayéndose, remojadas,
paredes tumbadas, puentes deshechos, todos embotados, todo verde. El olor del
agua estancada se mete hasta los huesos, los animales que pasan están
esqueléticos, porque el pasto se pudrió. Ni los animales tienen qué comer, pero
quizás los maestros que tienen dinero puedan compartir algo con ellos.
Esperamos que los
helicópteros del gobierno central pueden ingresar más alimentos, los
necesitamos, aunque “El Camba” se jacte de restregar en la cara del Alcalde que
tiene mucha mercadería aún a la venta.