La base del mercado internacional:
El consumo,
cada vez menos y la destrucción, cada vez más.
Pablo Villegas N. Petropress N° 32, diciembre-enero 2014
Hasta aquí hemos visto que el mundo está
dividido en economías industrializadas y países exportadores de materias primas
o “extractivistas” como se los llama hoy; estos países deben pagar los
productos industriales con la exportación de materias primas. Si el valor de la
materia prima que vendieron para la fabricación de un aparato industrial es
igual a una décima parte de su valor, deben extraer 9 veces más materia prima
para poder comprar dicho aparato. Este sistema no sería posible sin el mercado
internacional, por ello vamos a detenernos en este tema.
Este se introdujo en tiempos de la colonia y
sus efectos principales fueron que:
• Los productores dejaron de producir
para sí mismos, por tanto se convirtió al productor y al consumidor en dos personas
diferentes; esto desvinculó las necesidades del productor de las del consumidor,
y así quedó el sistema en condiciones de explotar y extenuar a los productores
locales.
• Se reestructuraron los patrones de ocupación del espacio
organizándose en torno a las áreas de enclave de la economía colonial1. De esta
manera, se rompió la vinculación del territorio con las necesidades de la
población local y se alteró radicalmente el manejo productivo del medio
ambiente. A partir de esto el sistema quedó en condiciones de destruirlo y
devastar, junto con este, los recursos que guardaba.
• Se impuso un mercado local especialmente
para productos obligados de la metrópoli en las colonias. Los productos
agrícolas que estaba permitido producir fueron los que no competían con la
metrópoli: caña de azúcar, algodón, cueros, etc...(2) . Los pueblos fueron
progresivamente haciéndose dependientes de las importaciones tanto en términos físicos
como culturales.
• Entre estos dos
mercados se introdujo un intermediario, hoy las transnacionales cuyo único fin
es la ganancia. Y lo que permite esa ganancia es el consumo, lo que permite la
ampliación de la ganancia es la ampliación del consumo y esto se da más allá
del consumo para satisfacer necesidades humanas básicas.
Situación del mercado actual
Tradicionalmente hemos conocido a este mercado
como mercado de los países ricos, compuesto por la población de estos países
considerada en su conjunto, más allá de sus diferencias internas. De acuerdo a
estos criterios la situación actual es la que sigue:
Estados Unidos el 2005 representaba el 32,4%
del gasto en consumo final de los hogares de 174 países para los cuales el Banco
Mundial (3) tenía datos. Pese a la crisis, EE.UU. creció el 2011 7,1% respecto
al 2005 en valores constantes de ese año y respondía por el 43,66% del consumo
de los países ricos. (4)
Frente a los países ricos, la situación de Latinoamérica,
que no es la peor del mundo, es abismalmente reducida, contando con sólo un
6,3% del total. Estos datos ya parecerían suficientes para entender el escaso
valor de la población Latinoamérica y en general de los países pobres en el
mercado internacional, en torno al cual gira la economía mundial. Sin embargo,
esta situación ha cambiado. El 2005 un documento del Citigroup reveló la nueva
realidad de este mercado. En el 2000, el 1% de los hogares en los EE.UU.,
representó alrededor del 20% del ingreso total de EE.UU.; esto es que alrededor
de 1 millón de hogares obtuvo una proporción similar de los ingresos obtenidos
por 60 millones de hogares, y también representó el 33% del patrimonio neto, (más
que el 90% de los hogares) y el 40% del patrimonio financiero neto, (más que el
95% de los hogares), y el 20% de los hogares más rico obtuvo el 58,6%. Esto es algo
nuevo, los datos históricos del Citigroup muestran que la renta del 0,1% de los
hogares estadounidenses ha aumentado de menos de 2% del total a principios de
1970 a más del 7% en el 2000.
Por tanto, dice la fuente, no existe un animal
tal como “el consumidor de EE.UU.”, negando la existencia de un consumidor
promedio. Lo que hay son, por una parte, consumidores ricos, pocos en número,
pero que toman una porción gigante de los ingresos y el consumo y, por otra
parte, está el resto, los “no-ricos”, con sorprendentemente pequeños bocados de
la torta nacional. A esto llama la fuente “Plutonomía” un poder basado en EE.UU.,
Inglaterra, Canadá y Australia, que ha dividido no sólo a esos países sino al
mundo en dos bloques, el de la plutonomía y el resto. Con datos más recientes,
lo confirma un reporte anual 2012 del Credit Suisse que muestra que en los
últimos 10 años, la riqueza mundial ha aumentado en un 68% llegando a 241
trillones de dólares y que Estados Unidos, -a pesar de las crisis-, representa
casi tres cuartas partes del aumento; y, a nivel mundial, el 1% más rico en el
mundo posee el 46% de todos los activos globales. (5)
El mérito del Citigroup está en que muestra la
importancia cualitativa del fenómeno de la plutonomía, a saber, que los consumidores
de los países ricos a quienes vemos como consumidores ricos, han perdido
importancia ante el peso del 1% o ante el 20% más rico. Si esta reducida parte
de la población absorbe el 60% de los ingresos y el consumo, quiere decir que
los otros no son el pilar del mercado internacional, y obviamente mucho menos
los consumidores de los países pobres. Así, una muestra de empresas dedicadas a
la producción de artículos de lujo para este sector revela que desde el 1985
estas obtuvieron beneficios de alrededor del 17,8% anual, y recomienda por
tanto comprar acciones en ese tipo de compañías. La recomendación sobra porque
sabemos que el capital migra por sí mismo donde se pagan mejores dividendos,
por ello podemos suponer que este pequeño sector de superricos se ha convertido
en el eje de la economía.
Y existe otro gran consumidor más, se trata de
los gobiernos nacionales. Recordemos que ante la crisis reciente, los estados
fueron impelidos a invertir en obras públicas como una salida a la crisis. En Bolivia
la cuenta más grande del presupuesto nacional es la destinada a
infraestructura, básicamente a los corredores de IIRSA. Son esos dos grandes
consumidores los que están por encima de la población normal.
Valor económico de la población; democracia y medioambiente.
La reducción de la importancia económica de la
población de los países ricos frente a la plutonomía explica tal vez que en
Europa se esté derribando el régimen de bienestar que le permitía contar con una
población de alto nivel adquisitivo tan necesario para este sistema que no vive
sin la ampliación constante del consumo.
En la sociedad moderna la importancia de una
población se da de hecho por dos aspectos: su producción y su consumo. Por
ejemplo, Bolivia con sus 10 millones de habitantes y un gasto en consumo final
de los hogares (GCFH) per cápita en valores del 2005 de apenas 669,47 dólares
no es nada frente a un mercado de 119.239.235 habitantes del Brasil situados en
la Región Sur, Sudeste y Centro-Oeste, con 3.701,52 dólares de GCFH per cápita
(Datos BM).
En cuanto a la
producción, la población empleada para la extracción de hidrocarburos es
ínfima, y lo mismo podemos decir de la minería donde solo trabajan unos 120.000
trabajadores, o sea sólo una pequeña parte del total de población. Esto quiere
decir que Bolivia tiene un escaso valor en el mundo y por tanto podría ser
fácilmente sacrificada. Esto puede ayudarnos a comprender que una consecuencia
de la actual concentración de la riqueza en el mundo es la reducción de la
importancia económica del resto de la población y por tanto de su derecho a la democracia.
Otra consecuencia es
para el medio ambiente. Para ello volvemos al ejemplo de la relación entre
materia prima y producto industrial de 1 a 10. Decíamos que el exportador debe
extraer 9 veces más materia prima para llegar al precio del aparato industrial.
El resultado es que el industrial queda con material suficiente para fabricar 9
aparatos más. Naturalmente, este exceso puede hacer bajar los precios de la
materia prima, pero de todos modos el industrial para lograr su ganancia debe
ampliar su mercado, lo cual puede hacerse de dos formas: llegando a más clientes
y/o hallando alguna forma que los clientes cambien de aparatos más
frecuentemente. Esto último se conoce como obsolescencia planeada. Su objetivo
es un tipo de consumidor que deseche los productos antes de que queden
inservibles o que los productos queden inservibles por efecto de una cualidad
premeditada de fabricación.
Este objetivo ya fue postulado por Bernard
London en 1932, cuando asolaba el mundo una gran crisis económica que él consideraba
estúpida porque había millones de gente sufriendo en medio del abarrotamiento
de mercados y de ganancias. Decía, fábricas, almacenes y campos están listos
para producir en cantidades ilimitadas, pero el deseo de hacerlo ha sido
disipado por una disminución en el poder adquisitivo. El problema era según él
que la gente estaba utilizando todo lo que poseía más tiempo de lo que era su
costumbre. Antes de la crisis decía, el pueblo estadounidense no esperaba hasta
extraerle la máxima utilidad posible a cada mercancía; sino que la remplazaba
solamente por una cuestión de moda. La solución era por tanto que el estado al
momento de lanzar las mercancías al mercado fijara un límite de tiempo para su
uso a fin de garantizar un consumo que mantenga la economía en marcha. Una vez
cumplido ese límite sería obligatorio deshacerse del artículo en cuestión. (6)
Aunque no con una ley específica el sueño de
London se ha cumplido. Los consumidores especialmente los de los mercados ricos
desechan las mercancías por una cuestión de moda o porque venían programados de
fábrica para arruinarse, es decir por efecto de la obsolescencia planeada y los
países pobres continúan por tanto extrayendo la materia prima para fabricar
nuevas mercancías. En muchos aspectos la obsolescencia es el fundamento
económico y cultural del capitalismo.(7).
Bien, con el surgimiento de un 20% de la
población capaz de consumir más que el 80% restante estamos ante un consumo
extremadamente destructivo, porque de otra forma un grupo tan pequeño no podría
consumir tanto. Esto naturalmente implica graves problemas para el medio ambiente.
(Continuará...)
NOTAS
1. El Virrey Toledo impuso las reducciones de
población con los fines de su mejor distribución para abastecer la mita en la
mina y para exigir el pago de tributos.
2. El sistema colonial no fue una simple
superposición al antiguo sistema como han venido en afirmar varios autores. La
minería requiere del concurso de otras economías y regiones productoras de
bienes que se complementan con ella. Esto hizo que se ligaran a Potosí, los
productores de Cochabamba, Santa Cruz, Moxos, Salta, Tucumán, Buenos Aires,
Paraguay la capitanía Gral. de Chile, entre otras (Ruiz G., 1986); y alteró de
tal manera el antiguo sistema que produjo un alza de los precios de los
productos consumidos en las minas, como los alimentos, haciendo que en 1597
muriera gente de hambre en el Cuzco (Gwendolyn Ballantine , en Ruiz G., 1986).
3. http://databank.worldbank.org/data/views/reports/tableview.aspx
4. Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino
Unido, Francia, Italia, España, Canadá, Australia, Países Bajos, Suiza,
Bélgica, Suecia, Austria, Noruega, Dinamarca, Portugal, Finlandia, Irlanda,
Israel, Nueva Zelanda, Corea, Luxemburgo e Islandia.
5. Global Wealth 2012:
The Year in Review. Credit Suisse Research Institute.
6. Ending
the Depression Through Planned Obsolescence By Bernard London, 1932.
7. Consumption,
planned obsolescence and waste Neil Maycroft History of Art Material Culture.
Lincoln School of Art Design University
of Lincoln e-mail: nmaycroft@lincoln.ac.uk