SOBRE LLOVIDO, MOJADO: EL CASO DE LAS INUNDACIONES EXTREMAS DEL 2014 Y LOS IMPACTOS DE LAS MEGAREPRESAS DEL BRASIL.

Desde el 2010, se insistió, que existía el riesgo de que las dos represas ya en pleno funcionamiento a fines del 2013, podrían actuar como “el tapón de la bañera”, dificultando los procesos normales de escurrimiento y transporte de aguas, ocasionando llenuras anómalas tempranas o prematuras, y haciendo más graves los “golpes de agua” o bajada de los caudales de las partes superiores de la cuenca, hacia la llanura amazónica del norte. Precisamente es lo que está ocurriendo ahora.

M. Octavio Ribera A.   22 Febrero 2014

Varias organizaciones, entre ellas LIDEMA, alertaron desde el año 2007, sobre los riesgos de la fuerte alteración hidrológica de la cuenca del río Madeira a partir de la construcción de las megarepresas Jirau y San Antonio en el Brasil. San Antonio se encuentra  a unos 180 kilómetros de la frontera con Bolivia (muy cerca de la ciudad brasilera de Porto Velho) y Jirau, a escasos 85 kilómetros del territorio boliviano.

En los siguientes años se realizó un seguimiento detallado de las diversas situaciones relacionadas al desarrollo de dichos megaproyectos, desde los cuestionados estudios de impacto y los otorgamientos de licencias, hasta los severos impactos a los ecosistemas y a la gente campesina ribereña del Brasil.

Entre la información generada y sistematizada en los últimos tres años, figuraba el de las acciones competitivas de los consorcios empresariales de Jirau y San Antonio, para ir progresivamente aumentando sus potencias de generación de energía. Por ejemplo el año 2010, Jirau obtuvo el permiso de la Agencia oficial de energía del Brasil, para aumentar 6 turbinas más, a las 44 del diseño original. A fines del 2012, Jirau obtenía además, la autorización para una nueva altura del reservorio (y del dique), por encima de los 74,8 metros originalmente establecidos, con lo que el embalse aumentaría de de 350 km² a 430 km², y un aumento de potencia de energía de 3.300 a 3750 MW. Por su parte, el año 2013, el consorcio de San Antonio, fue autorizado en el aumento de turbinas, la elevación del dique y de la altura de su reservorio, por lo que el área de inundación aumentó de 350 km2, cuadrados inicialmente previstos, hasta 421 Km2, aumentado su potencia original de 3.150 a 3.570 MW.

La mayor preocupación de los consorcios energéticos de ambas megarepresas, se centró y se sigue centrando en las pugnas sobre las alturas de los reservorios, y evitar perjuicios mutuos en la generación de energía, y no en torno a los efectos adicionales que este juego competitivo podría tener sobre la hidrología del río, los ecosistemas y la vida de la gente de la región. En este sentido, se advirtió a mediados del 2013, que una mayor manipulación de la hidrología del río Madeira, podía llegar a ocasionar procesos de mayor retención de aguas e inundaciones anómalas, especialmente en años excepcionalmente húmedos, como las que habían ocurrido el 2007 y 2008.

Considerando toda la información generada por activistas ambientales en Brasil y Bolivia, hacia fines del 2013, todo parecía indicar que los elementos para un gran desastre ambiental estaban listos.

La evaluación de LIDEMA de los años 2008 y 82010, hacía referencia a los elevados riesgos ambientales en la Amazonía boliviana por efecto de las megarepresas brasileras, riesgos que se evidenciarían especialmente bajo fenómenos climáticos extremos. 

Desde los años 2007 y 2008, cuando se produjo la alternancia de los fenómenos Niño-Niña (ENSO), la Amazonía boliviana no se volvió a sufrir impactos de semejante magnitud, hasta hora. A mediados del 2013, se advertía desde LIDEMA en los estudios de actualización del tema de la megarepresas del Brasil, que existía el riesgo de que en los siguientes años, podían ocurrir eventos climáticos de pluviosidad extrema en toda la región, con alta probabilidad de estar asociados al cambio climático, incluso bajo ausencia de los fenómenos Niño-Niña. Es lo que desafortunadamente ha sucedido, bajo figura de ENSO neutral, se han producido las precipitaciones e inundaciones mas desastrosas, posiblemente en los últimos cien años. 

Al momento, es aún objeto de debate las causas del período de extremas lluvias entre diciembre 2013 y febrero 2104, y aunque pareciera ser lo más fácil echarle la culpa al calentamiento global y el cambio climático, todo parecería señalar que efectivamente habría influido sobre un comportamiento anómalo de la ITCZ (Zona de Convergencia Intertropical), los centros de baja presión en la línea ecuatorial y el comportamiento de los vientos alisios, que son los transportan la lluvia a la Amazonía. Dejando a un lado las especulaciones climatológicas, la realidad es que tenemos un desastre de magnitudes apocalípticas, que está afectando, tanto a la Amazonía de Bolivia, como del Brasil, con el riesgo de que lastimosamente no será un hecho aislado en la historia, sino que puede repetirse periódicamente bajo diversas modalidades.

Un elemento adicional que aumenta el nivel de riesgo en los eventos extremos de esta naturaleza, es desde luego la deforestación, la cual sigue teniendo elevadas tasas en Bolivia y el Brasil, y acarrea efectos, tanto en la emisión de gases y aporte al calentamiento global, como en un mayor escurrimiento de las aguas. 

Llama la atención, las declaraciones de algunos expertos en Bolivia, respecto a que las aguas del represamiento o reservorio de Jirau, no subirán hasta la zona de Cachuela, menos a Trinidad, lo cual es lógico, considerando los gradientes de altitud. Sin embargo, el problema este año y los siguientes de alta incertidumbre climática, no es que el agua suba, sino que, el agua de las grandes inundaciones no baje como debería bajar, y se retarde el drenaje ocasionando llenuras muy tempranas, que es exactamente lo que parece estar sucediendo por la alteración severa de la dinámica hidrológica del río Madeira. La altura de las aguas en el Madeira llegó a 18.23 metros, superando todas las cotas de años anteriores, algo nunca visto históricamente. Para tener un referencia más exacta, el Madeira en febrero del 2013, había registrado 13.3 metros. Este comportamiento anómalo el 2014, tiene obviamente relación con las lluvias agigantadas, pero también, con un rio que tiene dificultades para evacuar sus aguas. Según el ecológo brasilero Fearnside, el área inundada por Jirau alcanzará la frontera con Bolivia, y las amenazas son bastante obvias: "Cuando el río entra en el reservorio de Jirau, la velocidad disminuye brutalmente, provocando la caída de los sedimentos al fondo, formando una montaña de sedimentos",…. y, "…..con el tiempo, dicha montaña de sedimentos actúa como una segunda barrera para detener el flujo de agua, y el nivel del río sube, inundando partes de Bolivia ".

De cualquier forma, los reservorios de las represas, no se forman de un año para el otro, la represa Samuel, en la región de Rondonia, fue puesta en funcionamiento el año 1989, con un reservorio previsto de de 560 Km2, sin embargo, después de varios años, llego a formar un gran lago que duplicó la superficie original, otra represa en la Amazonia del Brasil, Balbina, fue puesta en operación el año 1989, con un reservorio previsto para 2.360 Km2, pero la superficie del embalse a lo largo de los años, supero más de dos veces la cifra prevista, extendiéndose a más de 160 Km., aguas arriba. 

Desde el 2010, se insistió, que existía el riesgo de que las dos represas ya en pleno funcionamiento a fines del 2013, podrían actuar como “el tapón de la bañera”, dificultando los procesos normales de escurrimiento y transporte de aguas, ocasionando llenuras anómalas tempranas o prematuras, y haciendo más graves los “golpes de agua” o bajada de los caudales de las partes superiores de la cuenca, hacia la llanura amazónica del norte. Precisamente es lo que está ocurriendo ahora. Esto a pesar de las negativas de los responsables de las empresas y de las propias autoridades brasileras, de negar que las mega-represas, tengan algo que ver con las inundaciones actuales, lo cual contradice el sentido común general. 

Diversos medios de noticias del Brasil, dieron a conocer que el consorcio de Jirau exigió que la usina San Antonio abra sus compuertas para reducir el reservorio en la montante entre Jirau y San Antonio, esto en función a reducir el potencial daño en las estructuras y la disminución de la potencia de producción. La usina San Antonio abrió sus compuertas a inicios de febrero, para prevenir daños a su propia sala de maquinas y otras infraestructuras, con el riesgo de empeorar las inundaciones y la erosión de barrancos hacia la zona de Porto Velho. Como se puede observar, lo único que les importa a los consorcios empresariales, son sus intereses económicos, además procurando desligar cualquier responsabilidad en el desastre. 

La llanura amazónica de Bolivia, desde las zonas del Ichilo y Trinidad, hasta el norte amazónico, como es Riberalta, han recibido fuertes llenuras prematuras o tempranas (fines de enero-febrero), producto de lluvias extremas. Dicha agua en exceso, ha afectado también, toda la cuenca del Madeira en el Brasil, inundando la ciudad de Porto Velho. Aun cuando disminuyan las lluvias o incluso, ojalá, deje de llover, las crecidas o golpes de agua “normales” hacia el norte amazónico, es decir desde Riberalta o Guayaramerin, aguas abajo, no llegaran sino hasta los meses de marzo y abril, es decir que una gran parte del agua que ahora inunda la llanura central de la Amazonia de Bolivia, bajará en las próximas semanas. Las aguas de la inundación temprana ya tienen dificultad para ser evacuadas por el río Madeira y con seguridad enfrentan un retardo de salida, y se sobrecargará con los golpes de agua posteriores. 

La misma zona de Cachuela Esperanza ha sufrido fuertes inundaciones por los desbordes del río Beni. LIDEMA, también advirtió que de construirse la megarepresa Cachuela Esperanza, lo impactos se sinergizarían con los de las usinas brasileras, es decir que los impactos se magnificarán aún más que si los efectos de las presas actuaran solas o aisladas. La pesadilla estaría completa, si los gobiernos del Brasil y Bolivia se ponen de acuerdo para construir la mega represa binacional Riberâo en el río Madeira, al norte Guajaramirin. Otra pesadilla es el megaproyecto de El Bala, que en un escenario climático extremo como el actual, la inundación llegaría hasta las parte más altas del Alto Beni y de la cuenca del río Kaka.

A la luz de lo que está aconteciendo, el Estado boliviano tiene la obligación, bajo el principio precautorio,  de  hacer un replanteamiento de sus políticas energéticas en cuanto la construcción de megaproyectos hidroeléctricos, o de otros de alto riesgo ambiental, puesto que incrementan las probabilidades de desastres mayores.

Bolivia está aún en posición de exigir una auditoría ambiental a nivel internacional, para la evaluación del impacto actual y de los riesgos y consecuencias futuras de la alteración de la hidrología del río Madeira, por las megarepresas del Brasil. Consecuentemente, también se debería comenzar a analizar la posibilidad de exigir una indemnización por los enormes daños y pérdidas económicas.

De cualquier forma, aun cuando se compruebe la responsabilidad del daño ambiental por las mega represas y eventualmente, el Brasil reconociese una posible indemnización, la pregunta, es que pasará al futuro, a sabiendas que este evento climático no es una cosa aislada y puede repetirse por ciclos o de un año para el otro.

Es por demás evidente, de que Bolivia debería contar con un Plan rector a nivel nacional de Gestión de Riesgos (si es que ya existe, no se lo ha dado a conocer) con fuerte énfasis en el tema de las grandes inundaciones, pero sería necesaria una actualización en función a lo que viene aconteciendo. Se debe exigir mayor transparencia y prontitud en el manejo de información. Por una nota de prensa (Los Tiempos, 21 febrero 2014) nos enteramos que el 2013, un grupo de expertos había realizado un estudio bajo encargo de la cancillería, con el fin de definir los niveles de probable influencia de las megarepresas del Brasil sobre el territorio boliviano, el mismo que no fue socializado, ni difundido a nivel técnico. Creemos que es momento de hacerlo.



Fuentes.

Aguiar Cavalcante,M., Cordeiro Santos, L.J. 2012. Hidrelétricas no Rio Madeira-RO: Tensões sobre o uso do território e dos recursos naturais na Amazônia. http://confins.revues.org/
Bernini, H. et al. 2013. Efeitos da barragem de Santo Antônio sobre a turbidez do rio Madeira - um estudo durante o período de enchimento do reservatório.  5a Reunión del Comité Científico ORE-HIBAM 2013.
Fearnside, P.M. 2013. Análisis de los principales proyectos hidroenergéticos en  la región amazónica. In: C. Gamboa & E. Gudynas (eds.) El Futuro de la Amazonía.  (DAR), Lima, Peru &  (CLAES), Montevideo, Uruguay.
MAB. 2014. Usinas do Madeira ultrapassam limite previsto e atingem milhares de famílias em Rondônia. Terça-Feira, 18 de Fevereiro de 2014. Brasil.
Ribera,A.M.O. 2008. Las Represas del Madeira: mega impactos en la Amazonía. Estudio de caso Nº 6. LIDEMA. La Paz, Bolivia. 75 p. 
Ribera,A.M.O. 2010. Megarepresas y Energía: Río Madeira, Cachuela Esperanza, El Bala, Geotermia en Laguna Colorada. Actualización 2009-2010. Serie de Estudios de Caso sobre Problemáticas Ambientales en Bolivia. LIDEMA
Ribera,A.M.O. 2013. El Complejo Madeira en Brasil: Megarepresas Jirau y San Antonio. Actualización 2010-2013. LIDEMA.
Ribera,A.M.O., Pinto,M,R. 2013. Sinergia entre cambio climático y megaproyectos o procesos expoliativos. Tinkazos Nº 34,2013. Pp 53-72. PIEB.
Zibechi,R. 2012. Brasil potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo. Bogotá, Colombia. 312 p.