Bolivia se aleja de
soberanía alimentaria y abraza gran propiedad, transgénicos e importación
Alejandro Zegada/El
País, viernes, 04 Abril 2014
“Lo que ahora predomina en Bolivia es la gran
propiedad y la gran producción vinculada a los monopolios que controlan el
sector en el mundo. Y la pequeña producción, con su biodiversidad, está en vías
de desaparición con consecuencias también para la existencia de las
comunidades”.
Así se refirió el
investigador Pablo Villegas, del Centro de Documentación e Información Bolivia
(CEDIB), respecto de la situación agrícola y alimentaria que vive el país
actualmente.
En cuanto a la
soberanía alimentaria, ampliamente publicitada por el gobierno nacional como
eje de su política de producción de alimentos, Villegas observa que en realidad
el gobierno no aborda el asunto como si fuera un problema, “por eso hablan de
seguridad alimentaria en vez de soberanía”.
En realidad hoy en día
“el modelo consiste en exportar soya, quinua, (basado en una especie de
concepción minera de la capacidad agrícola de la tierra) e importar lo que se
necesite, sin preocuparse por la soberanía”, advirtió el experto.
Así, Villegas explica que
se ha producido un cambio estructural en el sector agrario, el que ya venía
acelerándose desde hace unos 30 años y en los últimos 5 o 6 años se ha
consolidado.
Ese cambio estructural
se refleja en los datos proporcionados en una publicación del director de
Probioma (Productividad Biósfera y Medio Ambiente, una organización privada que
estudia estos temas por ya más de 23 años), Miguel Ángel Crespo.
En dicha publicación
se detalla que “la producción agrícola capitalista (agroindustria), que
concentraba en el año 2002 un 60% del valor de la producción agropecuaria
(CEDLA: 2009), el 2009 pasó a concentrar el 82% (PROBIOMA: 2009), debido
fundamentalmente a la mayor importancia que tienen los cultivos destinados a la
agroindustria y a la exportación, como es el caso de la soya, maíz, arroz,
caña, trigo, algodón, girasol, maní, sorgo, etc.”.
Crespo también
advierte que, en los últimos años “se ha observado una tendencia a la
acumulación de tierras y a su mercantilización, ya que aún el 72% de los
campesinos, solo tienen el 19% del total de la tierra distribuida en el periodo
1953 al 2002 (CEDLA: 2009) y este escenario no ha cambiado
ostensiblemente” en los últimos años.
Según Rosa Virginia
Suárez Añez, fundadora de Probioma, Bolivia vive una crisis alimentaria que
además de estar enmarcada por aspectos globales (cambio climático,
desertización y erosión de suelos, escasez de agua, producción de agro
combustibles, desbosques), se ha agudizado por tres factores internos
fundamentales.
Para Suárez, las
razones fundamentales son tres:
“1.- Una lectura errónea y sesgada de la
realidad de la Estructura agraria nacional, por ende de la producción de
alimentos.
2.- Políticas económicas erráticas en el tema de precios y de
importación y exportación de alimentos (mercados).
3.- Creación de empresas
estatales (EMAPA e Insumos Bolivia) que interviniendo en la producción de
alimentos y en su distribución solo han generado corrupción, especulación, y
confusión en el mercado”.
Villegas considera que
estos datos describen la situación actual con bastante claridad, pese a que la
mayoría de esta información data del año 2011. “Datos más recientes, aunque
siempre deseables, no cambiarían esta conclusión”, señala el experto.
Transgénicos y
chatarra
Hace ya tiempo Pablo
Villegas advirtió que “Perú prohibió los transgénicos por diez años, Chile
firmó calladamente un acuerdo que compromete sus semillas con las
multinacionales y, Bolivia, la defensora planetaria de los derechos de la madre
tierra (¡Planeta o muerte!), aprobó una ley que introduce los transgénicos”.
Villegas se refiere
por supuesto a la Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria.
El investigador señala
que los transgénicos no son solo un problema medioambiental y de salud. “Son un
negocio manejado mundialmente por unas cuantas transnacionales, que son parte
esencial de lo que el gobierno denunció como causa de todas nuestras amarguras,
el capitalismo, que pretendía derrotar con los mandamientos que presentó en las
Naciones Unidas”, escribió Villegas en aquel entonces.
Según su
interpretación, al aprobar los transgénicos se acepta una economía cuya
característica principal es el monopolio de las semillas, de la tierra, del
agua, de la alimentación, y de los recursos naturales relacionados a éste
sistema de producción.
Pero es un hecho que
la denunciada transnacional Monsanto ya trabaja en el país, y ahora está
enfocándose en el sector quinuero, como denunció Miguel Crespo de Probioma.
Ahora, Villegas
lamenta que Bolivia “se halla como nunca desposeído de los medios para producir
su propio alimento; y cada vez más amenazado de quedar sin los alimentos que
crecientemente vienen de afuera si decidiera ejercer una política
independiente”.
Cambiar los gustos
“Otro problema es cómo
recuperar o introducir patrones de alimentación saludables cuando el actual
modelo de chatarra se ha impuesto y se está reproduciendo de padres a hijos.
Sobre el problema de la chatarra debo aclarar que está cambiando el perfil
epidemiológico boliviano, cuando aún estábamos lejos de solucionar el anterior,
además que los nuevos problemas (cardiovasculares, etc.) son los más caros de
atender”, señala el investigador del CEDIB.
Es necesario cambiar
los gustos de los consumidores, según argumenta el economista y periodista
británico Raj Patel. Esto se debe a que “las preferencias alimenticias actuales
son un reflejo de los sistemas productivos moldeados por intereses corporativos
a lo largo del siglo pasado”.
Akram-Lodhi dice que
esta situación no considera las necesidades reales de los consumidores, sino
las de “las economías capitalistas” y del propio “capitalismo como modo de
producción de comida barata que busca bajar los costos de reproducción de la
fuerza de trabajo, y con ello incrementa la tasa de plusvalía” que ganan las
grandes compañías.
Así, concluye, “las
preferencias actuales han sido tramados por intereses corporativos para
producir ganancias mientras se genera exclusión social basada en los
alimentos”.
¿Soberanía o seguridad
alimentaria?
La fundadora de
Probioma, Rosa Virginia Suárez Añez, explica que éstos “son conceptos o
principios que tienen diferentes connotaciones y apuntan a determinadas
políticas de Estado”. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidad para la
Agricultura y la Alimentación), la Seguridad Alimentaria es el derecho de las
personas a acceder a alimentos sanos y nutritivos sin importar su procedencia.
Mientras que la Soberanía Alimentaria se refiere a la producción para abastecer
de alimentos a la población en un determinado país.
Crespo considera que
el Estado boliviano en los últimos años ha “promovido la importación de
alimentos, como es el caso del arroz, maíz, azúcar y el trigo”. Dichos
productos, dice, son los fundamentales para la seguridad alimentaria de los
bolivianos.
“Hasta hace unos años,
el consumo de arroz, el maíz y la papa, eran cubiertos totalmente por la
producción nacional. Es decir, existe un retroceso en la producción de dichos
cultivos, que se refleja en un déficit que no ha sido abordado adecuadamente
por el gobierno, mediante sus empresas y programas”, advierte el presidente de
Probioma.
La deforestación no
favorece a la producción soberana
Un informe de la
Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de EEUU (NASA), señalaba
hace poco que Bolivia sufrió una deforestación de 167 por ciento durante el
tercer trimestre de 2013, en relación al mismo periodo del año anterior. La
situación es particularmente aguda en los departamentos de Santa Cruz y Tarija,
lo que sitúa al departamento chapaco como una de las regiones con mayor índice
de deforestación en el mundo.
Según la estructura
productiva descrita anteriormente, esta deforestación beneficiaría
principalmente a la gran industria capitalista, que controla el 82% del valor
de la producción agrícola.
Un temor adicional de
Suárez es que la tierra deforestada se destine “a los agro negocios, entre los
que se encuentran los agrocombustibles. El propio gobierno está incentivando
esta producción con la propuesta del Complejo del azucarero de San Buena
ventura /Norte amazónico de La Paz (Ley 3546)”.
Sin embargo, la
deforestación sigue y suma. El director departamental de la Autorización de
Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT), Omar Ortiz, informó a
finales del mes de marzo que en esta
gestión unos 37 mil árboles fueron talados de manera ilegal en todo el
departamento de Tarija.
Asimismo, indicó la
ABT se emitió 25 autorizaciones para el aprovechamiento en tierras de
propiedad privada, donde se deforestará unas 120 hectáreas en los municipios
de Entre Ríos, Yacuiba, Caraparí y Villa Montes.