La esclavitud del extractivismo y las materias primas
Las cifras y su
análisis muestran que el neoliberalismo se va profundizando cada vez más y que
el rol que el Estado está jugando en la economía es el de un soporte del sector
privado; que el país en vez de marchar hacia un nuevo tipo de desarrollo, está
cada vez más esclavizado por la producción de materias primas para su
exportación, y fi nalmente que no hay diferencias económicas esenciales entre los
gobiernos neoliberales y los llamados progresistas.
Contenido de esta edición
- Empleo y derechos laborales en las actividades extractivas. Por Marco Gandarillas.
- Derechos de uso de agua adquiridos por la minería en Bolivia: El agua para la minería. Por Oscar Campanini.
- “Churcar” las alternativas al desarrollo. Por Eduardo Gudynas.
- El oro del tonto… Las regalías y los precios altos de los minerales. Por Pablo Villegas.
- Cooperativas mineras: Entre socios, patrones y peones. Por Kirsten Francescone y Vladimir Díaz.
- Escenarios futuros para la explotación de recursos evaporíticos en Bolivia. Por Horacio Ausburger.
- Políticas mineras en Latinoamérica: Grandes similitudes y diferencias aparentes. Por Lucile Daumas.
- Crónica de conflictos mineros en Bolivia (Julio-Noviembre, 2012)
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Empleo y derechos laborales en las actividades extractivas
En este artículo sostiene Marco Gandarillas que una de las
mayores promesas del neoliberalismo y las privatizaciones es que se generarían
más y mejores fuentes de trabajo. Las cifras de los sectores extractivos dan
cuenta de una reducción del empleo y de un constante deterioro de la calidad y
temporalidad del mismo. Los hidrocarburos
y la minería, constituyeron en 2011 el 18,08% del PIB, sin embargo, la
población empleada en la minería es menor al 3% de la población económicamente activa.
La tercerización se ha apoderado de estos sectores.
“Las cooperativas
mineras (83% del empleo en la minería) conforman un nuevo tipo de
Tercerización, donde todo un subsector productivo, compuesto de más de un
millar de unidades productivas, dispersas por todo el país, con miles de
trabajadores dependientes, es manejado por un puñado de empresas
transnacionales...”
“La empresa
minera Manquiri cuenta con apenas 344 empleados en Bolivia, una cifra, que por
supuesto no incluye a los trabajadores de las siete cooperativas mineras con
quienes ha suscrito contratos.”
La tercerización
en el sector petrolero afecta a un 80% de los trabajadores. Como muestra: “... en el
principal campo petróleo operado por REPSOL en Bolivia, trabajarían “...algo
más de 1.000 hombres de las Comunidades Indígenas” de los cuales tan sólo 200
tienen contrato indefinido o permanente y el resto por obra (subcontratados) en
empresas subcontratistas.”
Derechos de uso de agua adquiridos por la minería en Bolivia: El agua para la minería
Por Oscar Campanini
El este artículo se revela la capacidad de control que tienen los mineros sobre el agua en Bolivia. Su autor, Oscar Campanini sostiene que la histórica influencia
de la oligarquía minera en el diseño de la política boliviana ha puesto los
recursos hídricos a disposición de este sector.
Las
disposiciones legales sobre agua, desde el código de minería de 1925 hasta el
actual proyecto de ley de minería, prácticamente
no han tenido mayor cambio en 87 años. El derecho minero
(concesión o contrato) otorga a los mineros la posibilidad de hacer uso de las
fuentes ya identificadas sin mayor requerimiento, requisito, consulta –ni a
instancias gubernamentales ni a comunidades usuarias, sean Pueblos indígenas
originario campesino o no–, o medida efectivas de mitigación y protección a la
fuente de agua y/o al ecosistema de la que es parte.
Las normas hasta
ahora implementadas privilegian el uso minero del agua, a pesar de las que en estos últimos años se han aprobado para privilegiar el agua para consumo
humano y producción agropecuaria. Son estas normas mineras las que se implementan
con preferencia a cualquier otra y bajo su régimen, aún están vigentes 109
concesiones mineras –equivalentes a una superficie de 69.870 has.– que
inicialmente fueron otorgadas como concesiones mineras de aguas. Sin embargo,
la normativa actual otorga derechos sobre aguas no solamente a estas
concesiones sino a los 7.638 derechos mineros (concesiones y contratos) otorgados
y vigentes a marzo del año 2012.
Doce humedales, -33%
de la superficie total de humedales-, son sobrepuestos por concesiones mineras.
De casi 3.500 cursos de agua identificados en el país, casi 500 –algo más del
15% de la distancia total de los ríos en Bolivia– son atravesados en alguna
parte por derechos mineros; y de cerca a 80 lagos y lagunas - el 18,3% de la
superficie total de lagos y lagunas-, 12 están en situación similar. En el caso
de los salares, -parte esencial de la Cuenca Endorreica del Altiplano-, en 7 de
27 salares identificados en Bolivia existe también sobreposición.
“Churcar” las alternativas al desarrollo
Por Eduardo Gudynas
“A veces hay
lugares donde por un árbol caído, se tiene que abandonar la orilla y no se
puede cruzar a remo; entonces es imprescindible agarrarse de los árboles o de
la hierba con el gancho … con la cual los remeros se enganchan a las ramas,
jalan y después se enganchan en otra, y así sucesivamente.”
Mientras las
mayorías siguen el flujo del río desarrollista, las alternativas requieren un
gran esfuerzo, se deben aprovechar opciones aquí y allí, como pueden ser
ejemplos de innovaciones desde los grupos locales, para “engancharse” en ellos,
hacerlos conocer, y desde allí proseguir la ruta aguas arriba. Ese remar con fuerza
contra la corriente es “churcar”.
Hacia finales de
la década de 1940, el mundo quedó dividido entre países “desarrollados” y
“subdesarrollados”, donde los últimos debían tomar como ejemplo a los primeros.
Este no era solamente un modelo económico, sino que se defendía una cierta idea
de democracia liberal, el consumo material como principal vehículo del bienestar
social, y la defensa de la modernización cultural y política.
Este es un
desarrollo esencialmente lineal, de un progreso continuado, donde los seres
humanos aprovechaban la Naturaleza.
Uno de los
ataques más duros contra las ideas convencionales del desarrollo ocurrió a
inicios de los años setenta, con la publicación de un reporte sobre los límites
ecológicos al crecimiento. En ese caso se demostraba que la idea de un crecimiento
perpetuo era imposible, sea por la acumulación de los impactos ambientales como
debido a que el acervo de varios recursos naturales era limitado.
La llegada de
gobiernos progresistas a América del Sur ofrece nuevos ejemplos sobre esta
tensión entre cambios posibles y adhesión al desarrollo. El progresismo conquistó
las presidencias postulando reformas sustanciales, y en particular como alternativas
al neoliberalismo o reduccionismo de mercado.
“...casi todos esos
gobiernos, más allá de sus diferentes estilos, implantaron algunas reformas que
rompieron con aquellos estilos neoliberales. Pero también se está volviendo evidente
que permanecen muchos componentes propios del desarrollo convencional, y entre
los más urticantes está la prevalencia de la dependencia de exportar materias
primas. En efecto, todos los gobiernos progresistas de América del Sur se han
volcado al extractivismo, en unos casos es minería, en otros hidrocarburos, y
finalmente, están aquellos enfocados en agroalimentos. La primarización de las exportaciones
regionales ha aumentado, aprovechando los altos precios de las materias primas,
aunque reduciendo la industrialización (incluso en Brasil).”
En algunos casos,
la permanencia del desarrollo convencional se festeja alabando la ortodoxia
macroeconómica .... En otros casos, aparece un “nacionalismo de los recursos
naturales”, donde se intenta que el Estado se comporte como una empresa
capitalista que maximice sus ganancias apelando al extractivismo (como sucede
con los hidrocarburos en Bolivia, Ecuador y Venezuela).
Pero este
extractivismo es distinto de aquel alentado bajo el reduccionismo de mercado,
en tanto ahora está más recostado sobre el Estado. En unos casos lo llevan adelante
empresas estatales o mixtas, en otros se han elevado la carga tributaria, y a veces
se lo intenta regular con más ahínco. Más allá de esas variedades, el
extractivismo es concebido como un elemento clave para asegurar el crecimiento
económico, y con ello se refuerzan las ideas clásicas del desarrollo.
Citando a Balzan (1892) dice Gudynas que “para remontar
los ríos es preciso aproximarse a la orilla con el peligro de irritar a las
avispas que anidan en los sauces o sobre el agua;... Cuando se tocan esos nidos
de avispas “los pobres indios son vengados con atroces picaduras”.
Aquel relato
sobre los indios churcando el río, -continúa le autor- parecen una premonición de las marchas realizadas
en 2011 y 2012 en defensa de los bosques del territorio del Isoboro Sécure, y
que por cierto fueron “vengados con atroces picaduras” desde los ámbitos del
poder en una disputa desigual. Es así que
“churcar” es un término que expresa de mejor manera el indispensable aporte de
movimientos sociales, y en especial indígenas, al cambio cultural que es indispensable
para avanzar hacia las alternativas al desarrollo.
El oro del tonto: Las regalías y los precios altos de los minerales
Los últimos años se ha
venido hablando mucho de los precios altos de los minerales. Al respecto
sostiene el autor que si tomamos los precios de los minerales primarios en un
periodo largo, -el siglo pasado-, vemos que a pesar de las épocas de precios
altos, estos sufrieron de todos modos una baja general. Respecto a los precios
de los últimos años, muestra que actualmente hay una tendencia a la baja que
ya ha mantenido un largo periodo; que los precios altos de los últimos tiempos
tuvieron un valor relativo, (en términos crudos nos pagan más pero con dinero
devaluado); que en el caso del estaño el alza del precio fue menor que el de los
otros minerales y, que respecto a los productos industriales la situación del
estaño fue también negativa. En todo esto el elemento o el problema común, son
los precios bajos de las materias primas. De aquí toma el autor tres problemas que
impiden la elevación de precios: la venta de minerales sin refinar, el
reciclaje de minerales en los países industrializados y la competencia entre países
exportadores.
El análisis obliga a considerar la relación entre materias primas y productos industrializados. Desde el punto de vista
del país que provee parte de las materias primas para los productos
industriales, sostiene, éste debe extraer una cantidad suficiente de materia prima (por
ejemplo 34 kg por microchip de 0,25 gramos) para llegar al valor del producto
industrial final., lo que lleva a un impacto desmesurado no sólo en su economía, sino también en su
medio ambiente y su población.. En cambio para el comprador, esta situación implica
que el vendedor siempre necesitará venderle materias primas para comprarle sus
productos industriales.
De aquí surge otro problema: a
más materia prima extraída, más riesgo de que baje su precio. Además el intercambio
comercial se da en el mercado internacional y éste se asienta en la división
entre vendedores de materias primas y vendedores de productos industrializados;
y para que esto funcione, es necesario que los países primaristas no se
industrialicen; el neoliberalismo dejó pruebas de ello y más aún la historia de
Bolivia.
Volviendo al microchip,
dado que Bolivia sólo recibe el 5% del valor de la producción minera y el resto se llevan las trasnacionales, debe permitir una extracción de
materias primas muy por encima del precio del microchip porque de lo extraído sólo le
corresponde el 5%.
Esto quiere decir que si toda o la mayor parte
de la riqueza que se exporta fuera producida por la empresa estatal, sería
mucho mejor, como en el pasado, pero vista la relación entre materias primas y productos industrializados y la situación de los países primaristas en el mercado internacional, esto no es bueno a largo plazo si el país continúa atado
a las materias primas, por ello nacionalizar y no industrializar no tiene
sentido.
Cooperativas mineras: Entre socios, patrones y peones
Desde que se
inició el neoliberalismo en 1985 hasta
el presente, sus características centrales son: a) el predominio del
capital privado, actualmente extranjero, en la producción y b) la fuerte
presencia de cooperativas mineras.
Los autores revelan que hasta hace algunos años,
las cooperativas mineras operaban esencialmente en los yacimientos arrendados
de COMIBOL, pero en los últimos años se beneficiaron con un gran número de contratos
mineros -nueva modalidad, equivalente a la concesión-, pasando de
poseer 73 mil hectáreas el año 2008, (3% del total de las concesiones mineras),
a 216 mil hectáreas el año 2012, el 11% del total;
esto sin contar el centenar de contratos de arrendamiento en las concesiones de COMIBOL
En cuanto a las obligaciones impositivas, las cooperativas sólo
pagan la regalía minera. Por su “carácter social”, no pagan el Impuesto a las Utilidades
de las empresas (IUE) ni la Alícuota adicional al mismo que pagan el
sector estatal y el privado. Esto es que de los 1.059 millones
de dólares exportados por las cooperativas, el 2011, pagaron sólo 44 millones por
regalías; sumado el pago de arrendamiento a COMIBOL,
tenemos que sólo el 5% del valor generado quedó para el Estado.
Otro aspecto característico de las cooperativas es el régimen laboral. Actualmente, existen más de 112 mil trabajadores en este sector, esto es casi el 90% de los trabajadores mineros. El número de cooperativas creció de 447 en 2008 a más de 1,400 a la fecha, esto
incluye desde las más pequeñas con menos 30 socios hasta otras con miles de trabajadores; entre éstas últimas existe un grupo socios
que ocupa los órganos de dirección y que contratan a una masa de trabajadores asalariados
que no tienen estatus de socios pero que son la mayoría.
En Potosí y Oruro, el 23%
de los trabajadores de las cooperativas no son socios sino personal contratado; en el caso del Cerro Rico de Potosí, alrededor de 18 mil trabajadores son contratados, el 80% de la fuerza laboral. Como ha develado el
conflicto de Colquiri, por un lado existen socios que reciben 140 mil bolivianos
en mes y medio y, por otro, trabajadores que tienen ingresos sumamente
inferiores. En las cooperativas del sur de Potosí, los ingresos de los socios podían
alcanzar hasta 60 mil bolivianos pero el promedio es de 5 mil, y en el Cerro Rico
los peones tienen ingresos promedio de sólo 1.500 bolivianos. Esto quiere decir que las cooperativas mineras grandes son más propiamente empresas.
Escenarios futuros para la explotación de recursos evaporíticos en Bolivia
Este es un estudio que muestra diferentes escenarios futuros que podrían ocurrir en cuanto a la
estrategia nacional de exploración de recursos evaporíticos. Los resultados
delucidan que si el gobierno no asume una estrategia clara para manejar los
factores de impacto identificados, las posibilidades de que el proyecto
funcione como inicialmente planeado son muy bajas.
Los temas abordados por el estudio fueron los siguientes:
1 ¿Qué factores pueden
influir en el futuro del proyecto de industrialización de recursos
evaporíticos?
3 ¿Cuál son los
escenarios futuros para la explotación de recursos evaporíticos en Bolivia?
4 ¿Cuál de los escenarios
es más realista?
5 ¿Puede desarrollarse el
proyecto en el marco de sustenta-habilidad?1
El estudio se hizo por el
método científico de construcción formativa de escenarios. Los escenarios se construyeron
con la participación de más de 30 personas relacionadas a la temática; entre estas
estuvieron representantes de: Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos, Comité
Científico de Recursos Evaporíticos, Ministerio de Minería y Metalurgia, Comité
Cívico de Potosí, Complejo Industrial de los Recursos Evaporíticos Salar de
Uyuni, Federación Única de Trabajadores de Altiplano Sur, Consultoras (URS,
Simbiosis y ICP), Académicos (UTAF, UMSS y UMSA) y Organizaciones No
Gubernamentales (CEADESC, CEDIB y Fundación Gaia Pacha) entre otros.
En la discusión del artículo, el autor sostiene que el futuro de la industrialización de recursos evaporíticos
en Bolivia es impreciso y las posibilidades de que existan mayores conflictos
sociales son altas. En cuanto a las
sustent-habilidades, las conclusione sugieren que es poco probable que el
proyecto de industrialización de recursos evaporíticos tenga las “habilidades”
para ser considerado “sostenible/responsable”.
Si queremos llegar, dice
el autor, a lo que se propuso inicialmente
con el proyecto y además hacerlo en un marco de minería responsable, es urgente
el que se desarrolle una estrategia precisa y clara. Para esto se puede usar
este estudio como una base para la construcción de una estrategia hacia minería
responsable y un proyecto de industrialización que maximice los impactos positivos
y minimice los negativos.
Políticas mineras en Latinoamérica: Grandes similitudes y diferencias aparentes
Síntesis del seminario “Modelo
de desarrollo, recursos naturales y derechos humanos en Bolivia” realizado el
20 y 21 de septiembre de 2012, en Cochabamba, organizado por el CEDIB, ACSUR las
Segovias y Paz con dignidad. El objetivo era reflexionar en torno a dos
problemáticas, la de los recursos naturales y la de los derechos humanos ya que
el extractivismo no sólo es causa de tan grande conflictividad, sino que
aparece cada vez más incompatible con la democracia.
El caso de Colombia es un
ejemplo extremo de la violencia que genera la minería en contra de los pueblos.
Las organizaciones colombianas de derechos humanos han calculado que el
extractivismo minero ha dejado 350.000 muertos, 5.195.620 desplazados, 50.000
desaparecidos, 150.000 casos de tortura denunciada, y de 7 a 10 millones de
hectáreas despojadas: una guerra antipopular mortífera que ha movilizado tanto
el gobierno y su ejército y a los paramilitares, financiados y apoyados por las
multinacionales y el imperialismo estadounidense. Resultado: 70% del territorio
esta ahora concesionado para minería e hidrocarburos, sin respeto alguno para
las legislaciones nacionales e internacionales, ni para los derechos de los
pueblos indígenas ni para los derechos medioambientales. De manera general, se
nota que el tema de la consulta previa, derecho consagrado para los pueblos
indígenas por la declaración 169 de la OIT, queda en todos los países una cosa
ignorada o distorsionada. No es de extrañar entonces que asistamos a un auge de
la conflictividad a causa del extractivismo.
Dentro de este panorama,
Brasil podría aparecer como el país exitoso, que consiguió desarrollarse, tener
sus multinacionales, invertir afuera, pasar de país que recibía ayudas a país
donador, que se sienta a la mesa de los grandes del G20. Sin embargo, Brasil
sigue siendo un país primario-exportador, no plantea ningún criterio social,
laboral o ambiental a sus empresas y juega un rol protagonista en la extensión
de sus exportaciones y a la vez explotan los bienes y recursos naturales de los
pueblos de otros países y regiones.
Daumas concluye que las bases
del crecimiento extractivo se han agotado en términos democráticos, ya que es
cada vez más vertical, centralista, autoritario, violento.