CORRUPCIÓN EN LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS: IMPLICACIONES POLÍTICAS Y SOCIALES


No estamos ante cualquier corrupción, sino ante el reflejo de una política de privatización; de la utilización de las empresas estatales como una plataforma de enriquecimiento del sector privado.
Presentación de Pablo Villegas N. (CEDIB)

XXIV Cátedra Libre Marcelo Quiroga Santa Cruz:   
“Análisis y alternativas al extractivismo y dependencia 
en el marco de la crisis económica mundial” 16 /2/2016

1              Corrupción y privatización

Voy a tocar el tema de este evento comenzando por algo que es de gran actualidad estos días; la corrupción en los gobiernos progresistas que me interesa por sus implicaciones económicas, sociales y políticas. En Bolivia, tenemos el caso Zapata-Morales. Tomemos como ejemplo uno de los contratos con la CAMC: la compra de taladros para YPFB. Me pregunto ¿cómo es posible que YPFB, que según el gobierno está entre las más grandes de Latinoamérica no los pueda comprar por sí misma y delegue esta tarea a otra empresa? 

Esta delegación de tareas no es un caso aislado; es normal, por eso digo que YPFB se ha convertido en una agencia de contratos para el sector privado y de empleos para la militancia del MAS y naturalmente esto va unido a la corrupción. En un artículo que escribí el 2011, después del gasolinazo, demostré que todos los casos de corrupción en YPFB hasta ese momento, -que ya eran muchos-, se habían dado en el trato entre sus empleados y empresas privadas, justamente en la contratación de sus servicios. Como aquí está el negocio se entiende que los políticos no tengan interés en que las estatales sean empresas eficientes.

Lo que vemos es que la ejecución de las actividades económicas de las empresas estatales están siendo tercerizadas, puestas en manos del sector privado, corrupción de por medio. La consecuencia es la gran influencia del sector privado en estas empresas, pero el gobierno habla en el exterior de que aquí se nacionalizó todo. Esto es que no estamos ante cualquier corrupción, sino ante el reflejo de una política de privatización, de la utilización de las empresas estatales como una plataforma de enriquecimiento del sector privado. Por eso venimos insistiendo en que la nacionalización no es solamente la recuperación de la propiedad sino que la empresa estatal debe estar a cargo de la ejecución monopólica de la actividad económica correspondiente, de que haga las cosas por sí misma, cosa que no se da en el país.

Esta privatización velada no ocurre sólo en Bolivia. En Chile está la estatal del cobre CODELCO. Esta empresa creó cerca de 60 sucursales, varias en el exterior y en sociedad con el capital privado. Desde el punto de vista gubernamental dirán que es capital invertido a favor del estado. ¿Pero qué es desde el punto de vista privado? Simple. Sin este aporte estatal el socio privado tendría que poner todo el capital por sí mismo, correr todo el riesgo, y no contaría con el gancho extra de trabajar con el estado. O sea que el estado hace posible el negocio para el sector privado. 

Que esto puede ser muy negativo lo revela una pérdida de 21.000 millones de dólares acumulados en una década por ventas a futuro de cobre a precio inferior al mercado. El tema recobró actualidad recientemente, pero Julián Alcayaga y sus compañeros, vinieron denunciando por años. Aquí el perjudicado, CODELCO, fue utilizado para beneficiar al sector privado que se compró el cobre y naturalmente a los intermediarios. En CODELCO los directivos suelen ser elegidos entre funcionarios de las transnacionales mineras.

En Brasil, Petrobras en un momento tenía más del 50% de sus acciones privadas. ¿Era eso una empresa estatal? Si la mayor parte del capital es privado, así sea brasilero, no se puede decir que el estado tiene el control porque si a los capitalistas privados no les gusta el manejo de la empresa se llevan su plata y la empresa no puede arriesgarse a una corrida semejante.

Recientemente, estalló el escándalo de corrupción en Petrobras implicando hasta la presidencia misma de Brasil. Lo que se revela aquí es que Petrobras funcionó de acuerdo a los intereses del sector privado que se compró a los representantes del estado. El sector privado corruptor ya hizo sus negocios utilizando al estado y ahora las consecuencias tendrán que ser asumidas por el pueblo brasilero. Otro caso en Brasil es que el gobierno apoyó la transnacionalización de empresas privadas o privatizadas y para ello utilizó dineros públicos, o sea dinero del pueblo brasilero. Ahora varias de estas empresas están en problemas.  Fue esto lo que se presentó ante el Brasil y Latinoamérica como una especie de socialismo pero sólo fue un buen negocio del sector privado a costa del pueblo brasilero y también a costa de sus fondos de pensiones que fueron invertidos.

En Argentina, el gobierno de Néstor Kirchner fundó ENARSA cuando se firmó el contrato de gas con Bolivia. ¡Qué felicidad! Argentina que había privatizado la legendaria YPF, volvía a tener su propia empresa estatal. Pero, en los hechos resultó ser la facilitadora de contratos del sector privado, entre otros para que Repsol de Bolivia le venda su gas a Repsol de Argentina. Ahora ENARSA está con una pata en la tumba y con las dos hundidas en corrupción. YPF que fue privatizada con la complicidad de N. Kirchner, fue después nacionalizada por Cristina Kirchner. En realidad nacionalizaron chatarra por así decirlo e indemnizaron por eso, porque YPF-REPSOL estaba a punto de irse al tacho. Después de nacionalizarla rápidamente se fueron a hacer contratos con la famosa Chevron y otras grandes transnacionales. 

Así vemos las varias formas en que se repite el mismo patrón de empresas o dineros estatales presentados al pueblo como nacionalización o socialismo pero que en realidad son la mamadera del sector privado.

Esto no es nuevo. Se aplicó en Venezuela con la nacionalización del petróleo en los 70. El Loyd Aéreo Boliviano, en tiempos de Banzer era empresa mixta. Nunca el dictador nos dijo que eso era socialismo pero ahora habiendo empresas de este tipo en Latinoamérica nos dicen que sí. Esto no debería ser novedad porque los antecedentes históricos están para quién quiera leerlos y porque lo denunciamos a tiempo, porque no todos hemos creído en estos gobiernos, eso tiene que quedar claro.

2              Corrupción y polìtica


Otra característica de la corrupción es que ha servido para que la oligarquía tradicional financie políticos de izquierda. En Chile esto quedó claro del caso Soquimich. EL pinochetismo financiaba no sólo a los políticos de derecha sino también a los de izquierda. En Brasil la OAS pagaba a Lula por dar conferencias a la vez que negociaba contratos con el gobierno del mismo Lula. Recordemos que Lula vino a Bolivia traído por esa empresa para respaldar la carretera del TIPNIS y luego irse a un evento de la CAINCO. Esto quiere decir que Lula trabajaba para OAS; que era su empleado. Esos son los políticos que se pretendía que el pueblo viera como suyos. En estas condiciones es comprensible que estos izquierdistas acusen a los críticos de pertenecer a la derecha. Lo que no es comprensible es que los críticos se callen por evitar esa acusación.

3              Corrupción y cambio social


Esta época de vacas gordas ha durado una década de ingresos económicos que no hubieron en otros tiempos. Esto es que la corrupción fue de tan larga duración y de tal magnitud que ya no hablamos de un grupo de corruptos sino de un sector social que pasa a ser parte de la oligarquía como ocurrió con el MNR y el banzerismo. En los niveles más bajos, vimos con el Fondo Indígena, que dirigentes de base en un sólo día pasaron de pobres a ricos con un depósito de 900.000 bs en su cuenta personal; y hubo un caso de tres millones de dólares. Imagínense las cantidades en niveles de gobierno.

Los corruptos se han convertido en una nueva burguesía. Por ejemplo, los más ricos de los asambleístas de Cochabamba son los del MAS, no los otros. Esto es un gran cambio social y quiere decir que cuando se vaya este gobierno se quedarán ellos por muchas décadas como los ricos surgidos con el MNR o con el banzerismo. La oligarquía se ha reforzado con sangre nueva capaz de cometer actos como el incendio de la alcaldía del Alto, lo que implica un cambio en la forma de hacer política.

Si un día se castiga a los corruptos o a alguno de ellos, lo más probable es que los corruptores queden como siempre libres. Por eso pedía Marcelo Quiroga en el juicio a Banzer que se castigue no sólo al funcionario corrupto sino también al sector de empresarios y demás que se beneficiaron. Claro, esto era mucho pedir porque estaba hablando de todo un sector social.

4              La perlas de plástico del progresismo


Lo que ha dado prestigio a los progresistas y continúa cegando a los analistas especialmente académicos, es que habrían redistribuido la renta. Se trata sobre todo de bonos pero que dependían de los precios de las materias primas, o sea que no tenían una base estable. (En Bolivia los bonos son apenas el 1,7% del presupuesto general de la nación). Esta redistribución tiene otra cara;  es que en vez de devolvernos y ampliar la seguridad social nos dieron bonos. Los bonos dependen del capricho del que está en el poder y así, se utilizan para chantajear a los pobres y obtener sus votos. 

El empleo aumentó en esta década es cierto, como que ahora está cayendo, pero no recuperaron ni ampliaron la vigencia de los derechos laborales. Desde el neoliberalismo hasta hoy nos dieron trabajo sin derechos laborales y lo que era “obrero o empleado” se volvió “empresario unipersonal”; un pobre ser humano sin derechos laborales ni seguridad social obligado a pagar impuestos como si fuera empresario. Este es el rostro inhumano de los progresistas.

Otra de las máscaras de estos gobiernos ha sido la integración latinoamericana y aquí hay que preguntarse ¿qué ha perdido el imperialismo y las oligarquías con esta integración? Lo que en realidad se ha integrado son las transnacionales incluyendo las translatinas, un ejemplo es la IIRSA o Cosiplan  donde las translatinas de la construcción -y ahora sabemos de la corrupción- se integraron. Ahí también tenemos el ALBA con su fiesta de aniversario pagada por REPSOL.

5              La crisis


Y llegamos a la crisis. Por la extensión solo tocaremos algunos aspectos. 

Nunca como en las últimas décadas se ha hablado tanto del modelo extractivista, pero muchos de los que hablaban no sabían que una de sus características es la crisis y eso es una forma de despolitización que les permite existir con cierta comodidad. Pero aquí en la tierra sabemos que esas crisis dejan huellas sangrientas en nuestra historia. Podemos verlo si sobreponemos nuestra historia política a la curva histórica de precios de las materias primas del último siglo. Ahí también podemos distinguir los líderes de las épocas de precios altos, que son líderes fuertes y cuando los precios caen surgen los líderes débiles y fugaces, como Siles Suazo de la UDP y Lidia Gueiler. En Ecuador, Rodríguez Lara y Correa como líderes fuertes. Y esta relación de los líderes con la economía muestra que no siempre brillan por su genio ni se oscurecen por su propia estupidez.

Por eso, no podemos consolarnos diciendo que siempre hay bajas y que esta crisis es como las otras. Esta crisis es peor porque por una parte, en el mundo se han producido grandes cambios económicos, y grandes cambios geopolíticos están en curso y por otra, porque nunca hemos estado tan mal preparados. En los últimos meses hemos estado cerca de una nueva guerra mundial y atómica. Fuimos parte de la 2da guerra mundial y pagamos las consecuencias. Por lo menos por eso debíamos enterarnos de lo que pasa en el mundo porque nos puede comprometer.

Bolivia enfrenta ahora una crisis que va más allá de la economía. En el aspecto económico, el gobierno boliviano, como los latinoamericanos, creía que la crisis iba a durar sólo un par de años y ante esto se plantearon: elevar impuestos, incrementar exportaciones de materias primas, endeudamiento externo; y, en la práctica, medidas no declaradas como la devaluación de la moneda, el relajamiento del régimen laboral, desnacionalización de la economía, represión y eliminación de los derechos democráticos.

El gobierno boliviano ha venido negado la crisis sosteniendo que ya no dependemos de las exportaciones sino de la demanda interna que en realidad son los impuestos, mayormente indirectos, que pagamos. De ahí que el gobierno es cada vez más duro para cobrar impuestos. Incluso tienen un proyecto de ley para castigar con cuatro años de cárcel al que no pague. Estamos volviendo a los tiempos de Robin Hood que luchaba contra el cobro abusivo de impuestos por parte del Rey y esto no es un ejemplo muy lejano porque estos días hemos estamos cerca de que nos impongan un rey. 

Justamente, uno de los productos de esta década es una especie de reyecitos intocables en que se convirtieron  los presidentes progresistas. En Bolivia le tenemos que amarrar los zapatos. En el caso de Lula en Brasil, su partido y su gobierno son objeto de una investigación por corrupción y cuando lo llaman a declarar su gente grita que “si tocan a Lula va a haber guerra” como si Lula fuera un monarca intocable situado por encima de la ley.

La crisis no impacta solamente en los ingresos. Dado que en Bolivia no se produce casi nada de lo que usa la industria para funcionar, lo importamos. Y ésta, para enfrentar la caída de ingresos, en un primer momento tiene que producir más ganando menos, y si la cosa no amaina, tiene que “racionalizar” y finalmente cerrar. En este proceso se importa menos y se explota más la maquinaria en el estado en que esté. Y, a los trabajadores, se les alarga la jornada o se les paga menos. Luego cuando los precios vuelven a subir, esta industria con sus máquinas viejas y sus obreros maltratados demora en recuperarse, lo hace tarde y pierde oportunidades. Esto no se refleja directamente en el déficit fiscal, la inversión extranjera, la cantidad de tinglados, ni en la vestimenta de los ministros, pero es una de las bases de nuestro retraso.

El aparato productivo nacional también está siendo golpeado por el ingreso de mercaderías extranjeras abaratadas porque los países vecinos devaluaron su moneda para enfrentar la crisis, mientras Bolivia la mantiene sobrevaluada, lo que también encarece nuestras exportaciones. Para recuperar competitividad tendríamos que devaluar la moneda en un 30%, pero eso devaluaría también nuestros salarios y eso sí sería grave. ¿Por qué no se tomó medidas antes para evitar estas encrucijadas a la economía? Bueno si vemos que la invasión de mercancías extranjeras genera impuestos desde que ingresan hasta que finalmente se consumen y que en el fondo la política económica del gobierno es cobrar impuestos, puede ser que por esto no se preocuparon, pero fue irresponsable porque esto amenaza con liquidar el aparato productivo.

Vemos que la crisis no golpea a todos por igual y aquí no me refiero a ricos y pobres sino al sector estatal y al no-estatal del que somos parte la gran mayoría, aunque en el exterior la gente cree que en este país el estado es todo. La realidad es que apenas tiene un 4% de la producción minera, un 15% de hidrocarburos. Lo que sí tiene es el cobro de impuestos y es la única parte exitosa de su economía.

Tomemos el caso de las cooperativas mineras que están en crisis mientras el gobierno se jacta de lo rico que es y de sus reservas internacionales. Supongamos que el gobierno quiere ayudarles. Pero viendo la historia del manejo económico en estos diez años, preguntamos: ¿cómo puede canalizar sus recursos para apoyar a ese sector sin que desaparezcan en el camino y sin hacer pelear a los beneficiarios finales? Ya vimos en estos diez años que el gobierno no puede trasferir recursos invirtiendo en proyectos industriales porque no habiendo un sólo proyecto exitoso, es claro que no tiene capacidad de gestión.

Otros países, Chile, Noruega y Rusia por ejemplo, formaron fondos compensatorios específicos para casos de crisis, pero lo hicieron con mucha anticipación y además tienen la institucionalidad necesaria, cosa que no se da aquí. La institucionalidad aquí está destrozada. Esto afecta a todo el estado y no le estamos dando la debida importancia. Por ejemplo ¿cuál es la política de salud? La política de salud es Evo Morales y lo vimos por el trato que le dieron al ex - magistrado Cusi, comprometiendo la política de salud para los enfermos de VIH. Lo mismo ocurre con la política energética, la política medioambiental, la justicia, etc. La institucionalidad no puede existir en esta coyuntura porque su objetivo esencial es anular la influencia de los caprichos personales de los capos.

En este marco se ha dado la ley de incentivos petroleros. Esto tuvo un éxito relativo en la Argentina porque para las empresas tenía sentido producir para un mercado de esas dimensiones, pero el mercado de Bolivia no le llega ni al 10%. Quiere decir que es probable que el fondo de incentivos se vaya acumulando sin uso. Este fondo es para incentivos petroleros e intocable para fines no especificados en la ley. Pero dado el sometimiento de las instituciones al gobierno no va a ser nada raro que hagan una nueva ley para echar mano de este dinero que fue confiscado a gobernaciones, municipios, y universidades y que el justificativo sea “enfrentar la crisis”. Así tendremos un gobierno con plata rodeado de municipios, y demás en la pobreza y tratando de sobrevivir aumentando impuestos a su población lo que puede llevar a explosiones sociales, e  incluso a un panorama de desintegración más complejo que los anteriores.

En conclusión estamos ante un gobierno que no tiene la capacidad orgánica de enfrentar la crisis, cuya orientación prioritaria es potenciarse a sí mismo para entornillarse en el poder descuidando irresponsablemente los intereses nacionales y poniendo en riesgo la paz y la unidad nacional.

6              La salida es política: recuperar la democracia y mantener la unidad del país


Ahora, la pregunta era ¿cuál es la salida al extractivismo? Pero en las condiciones actuales eso ya es un tema muy general; lo preciso es ¿Cómo enfrentar esta crisis con toda su complejidad? 

Recordemos que el 2006 teníamos condiciones ideales tanto nacionales como internacionales y teníamos una agenda. Hoy, la situación es diferente y todavía no sabemos cómo ira a ser. Cuando la riada está llegando no es tiempo de ponerse a construir puentes porque sabemos que el rio se los va a llevar o se va a ir a otro lado; es tiempo de salvar nuestra gente y los recursos. 

Esa riada que pongo como ejemplo no es solamente la crisis económica sino una ofensiva feroz que es anunciada crudamente y a diario por los medios de comunicación, contra nuestros derechos democráticos, contra el derecho a la libre asociación civil, contra la libertad de expresión y de información, contra los que hacen caricaturas de los poderosos, contra los jóvenes de las redes sociales, contra las mujeres, contra los reclamos de los enfermos de cáncer y los que sufren algún tipo de invalidez, contra el pensamiento crítico y científico, contra el derecho a un trato justo ante los tribunales, contra el derecho a una actividad política independiente del gobierno; ya no es sólo contra los grandes medios de comunicación críticos, no sólo contra los periodistas críticos, ahora es contra el derecho de hablar y opinar libremente entre nosotros, en nuestros colectivos, a nuestro modo, con nuestras buenas y malas palabras, en nuestras redes sociales. Ante esto la alternativa es recuperar la democracia, salvar la unidad nacional y adentrarnos en el estudio de la crisis actual nacional e internacional para replantear la agenda de octubre de acuerdo a las nuevas condiciones y tomando en cuenta los viejos errores.

Una lección de esta década perdida es que si los cambios no se hacen en base a conocimientos se termina cometiendo los viejos errores.