Por Pablo Villegas N., 28.09.2015
Los planes del gobierno
de Evo Morales de entrar al campo de la energía nuclear han comenzado a hacerse
realidad con su instalación en un área de 20 hectáreas en Mallasa, una zona
residencial que hace mucho ya es parte de la ciudad de La Paz, lo que ha despertado
temor entre la población. Sin embargo, como si la energía atómica fuera una
persona, el diputado Manuel Canelas del MAS ha dicho que no se la puede
estigmatizar por lo ocurrido en Fukushima y Chernobyl, -a los que calificó de desastres
medioambientales-, y que no le parecía que "… la mejor idea para impugnarlo
(impugnarlo a la energía atómica) sea agarrar situaciones desastrosas”.[1] Bien,
esto es como pedir que no se “estigmatice” a los paros cardiacos porque
estadísticamente son un hecho marginal en la vida de una persona solo que cuando
ocurren son desastrosos.
Pero, no nos vamos a entretener con las acostumbradas cantinfleadas
de los mazistas que cambiaron la madre tierra por la Madre Atómica. Lo
fundamental es la intención del diputado y del gobierno de mostrar a esta nueva
madre no solo como inofensiva sino también como una bendición. Bendición
justamente por su carácter religioso. Ya lo dijo Evo Morales: la energía
nuclear es un patrimonio de la humanidad.[2]
Aquí nos preguntamos si
en el mundo ocurrieron solamente dos accidentes. Las cifras sobre el tema deberían
estar sobre todo en la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) que
es la máxima autoridad mundial del rubro, pero como dice The Guardian en marzo
del 2011, esta organización increíblemente solo tiene un registro parcial. Para
nosotros es increíble porque además de tratarse de una entidad de la más alta
jerarquía y responsabilidad mundial, muestra un conflicto de intereses que
queda expuesto cuando Pablo Adelfang de la OIEA, dice que si un país decide
entrar al campo de la energía nuclear se le prestará la asistencia necesaria
(interés 1), pero la organización “no promueve, no fuerza, no propagandiza” esta
energía (interés 2). [3] Pero no informar de todos
los riesgos es justamente una forma de promoción.
De todos modos la OIEA ha
elaborado una clasificación que va del grado 1 al 7. El 1ª se llama anomalías y el 2ª incidentes. El 7º incluye “Mayor liberación de material radioactivo con efectos
sobre la salud y ambientales generalizadas
que requieren la aplicación de contramedidas previstas y extendidas.” En esta categoría estaba Chernóbil (1986) y ahora le
acompaña Fukushima. Siguiendo esta clasificación, The Guardian recogió 33 casos
ocurridos en plantas nucleares entre 1952-2011. Esa cifra quiere decir que no
se trata de solo dos casos, pero sí de casos solamente ocurridos en plantas
nucleares.[4]
Existen otros registros. Benjamin K. Sovacool, Director del Danish Center
for Energy Technology, sostiene que entre 1952 y 2009 hubieron al menos 99
accidentes en centrales nucleares (civiles y militares). Sovacool toma como
criterio que los casos tengan como consecuencias la pérdida de vidas humanas o
de más de US $ 50.000 de daño a la propiedad (la cantidad que el gobierno
federal de Estados Unidos utiliza para definir los accidentes de energía nuclear
que deben ser reportados). Con este criterio los daños a la propiedad llegan a un
total de US $ 20,5 mil millones, cifra que incluye la destrucción de la
propiedad, la respuesta de emergencia, la remediación ambiental, evacuación,
producto perdido, multas y reclamaciones judiciales.
Otro elemento que aporta Sovacool es que “Cincuenta y siete
de estos accidentes se produjeron después del desastre de Chernóbil, y casi dos
tercios (56 de 99) en los EE.UU.”[5] Esto derrumba la idea de “adelanto y mejora” que solemos
atribuir a cuanta cosa complicada produce la ciencia porque quiere decir que después de Chernóbil, a pesar de todos los adelantos científicos,
los accidentes aumentaron y que la mayor parte se da justamente en el país más
avanzado del mundo.[6]
Chernóbil muestra las
consecuencias de una fusión nuclear para la sociedad y el medio ambiente. Aunque
en su diseño se había tenido el cuidado de situarla a 100 km de Kiev, una vez
producido el accidente la radiación llegó no solo a Kiev sino a numerosos
países de Europa como Suecia en un extremo y Grecia en el otro. Tal vez por eso
a los hijos de la madre atómica les da lo mismo instalar su gato encerrado en
la ciudad de La Paz (Mallasa).
Otro registro que abarca
un periodo más largo e incluye a los accidentes de todo tipo -sin limitarse
solo a los accidentes en plantas nucleares- es el Database of Radiological
Incidents and Related Events. Contando desde 1945, desde el bombardeo a
Nagasaki, hasta el año 2013 esta base recoge un total de 402 casos. O sea, no
solo dos casos.
El caso del 2013 nos
muestra la gran variedad de accidentes que pueden darse en el mundo de la
energía nuclear. Tuvo lugar en Hueypoxtla[7],
Estado de México. Se trataba de un dispositivo de radioterapia de unos
3000-Curie de cobalto-60 que estaba siendo transportada en camión desde Tijuana
hasta cerca de la ciudad de México. En el camino un hombre armado asaltó a su
tripulación obligándole a bajarse del camión y se lo llevó. El camión fue
encontrado días después a 40 km del lugar y el dispositivo médico fue
encontrado a 1 km del camión con huellas de que habían tratado de desmontarlo
antes de abandonarlo. Luego, un hombre de la localidad lo había encontrado y se
lo llevó a su casa para venderlo como chatarra, pero comenzó a sufrir náuseas,
vómitos y quemaduras donde había cargado el dispositivo en la espalda. Esto lo llevó
a buscar atención médica y así fue detectado por las autoridades, que además de
que venían tomando una serie de medidas de control masivo de la población, tuvieron
que realizar numerosas detenciones y pruebas de radioactividad en varias
personas.
En Bolivia también
ocurrió un hecho con el transporte de material. En abril de 2002 una fuente de
radiografía con Ir-192[8]
fue enviada como encomienda en un autobús de pasajeros desde Cochabamba hasta
La Paz. El informe de la OIEA, salvando las deficiencias de información propias
del país, concluye que probablemente todo el personal de la entidad de destino a
cargo del aparato recibió dosis superiores al límite de dosis para la exposición
ocupacional; la dosis más alta fue del orden de 200 mGy; todas las personas que
viajaban en el autobús, mientras que la fuente estaba presente y el personal
del autobús que se encargó de la carga también recibieron una dosis en exceso
del límite de dosis para el público.[9]
Como vemos no se trata
solo de dos accidentes, y por otra parte, los accidentes no solo se dan en las
centrales nucleares. En este registro vemos que Latinoamérica presenta hasta el
2013 un total 24 casos, y que 11 de ellos se dieron en Argentina, al parecer
uno de los países que asesora al gobierno.
Ahora, para evitar el
“estigma” de que solo citamos fuentes “no oficiales” veamos el registro de la “Agencia
australiana de seguridad nuclear y protección contra la radiación”[10]. Esta
institución clasifica los accidentes/incidentes en 32 tipos que van desde los
ocurridos en el transporte de carga relacionada con energía nuclear, en las
minas, en hechos criminales y también en el uso médico, lo que quiere decir que
estos accidentes se pueden dar en una gran variedad de situaciones, no solo en
las centrales nucleares.
Este registro muestra que
el número de casos desde el 2009 al 2013 se ha incrementado de 102 a 201, es
decir en un 100%, pero la fuente atribuye gran parte de este incremento a la
mejora en el registro. De todos modos sea que lo real se aproxima más a la
cifra del 2009 o la del 2013 estamos ante un número importante que
machaconamente nos dice “más de dos”.
Pero ¿por qué ocurren
estos accidentes? El informe dice que la causa principal del 69% de los casos reportados fue el “error humano” y en cuanto a
los casos restantes dice que si bien no fue posible
determinar la causa principal es posible que éstos también estén relacionados con lo mismo,
el factor humano. Esto innegablemente es una derrota total y humillante
para todos los adelantos tecnológicos en el campo de la Madre Atómica.
Bien, si el error humano
es la causa cierta del 69% de los casos, en un país que tiene, no solo un gran
adelanto tecnológico y científico sino también una larga experiencia en
programas de seguridad y prevención de accidentes, como Australia, podemos
preguntarnos cuál sería la situación en un país donde las cosas se hacen como
sea, por ejemplo, donde los proyectos están decididos antes de hacerse los
estudios, donde los hornos de fundición explotan al comenzar su funcionamiento,
y donde sobre todo se miente y se oculta, por ejemplo al Ministerio del rubro
le importa un comino que la municipalidad de La Paz ya haya tenido que publicar
en la prensa su quinta petición de informe sobre el proyecto nuclear en esta
ciudad.
[1] La quimera
presidencial de “Bolivia, corazón energético”, tras el sueño de la energía
nuclear. Pablo Peralta Miranda. paginasiete.bo. 09 de noviembre de 2014.
[2]
http://www.la-razon.com/index.php?_url=/nacional/Evo-Morales-construccion-nuclear-Bolivia_0_1984601573.html
[3] Representante del Organismo Internacional de
Energía Atómica asesorará a Bolivia.14 noviembre 2014. http://www.telesurtv.net/news/OIEA-llega-a-Bolivia-para-asesorar-proyecto-nuclear-20141114-0038.html
[4] Nuclear power plant accidents: listed and ranked since 1952.
The Guardian, 18/3/2011
[5] A Critical Evaluation of Nuclear Power and Renewable Electricity. Asia
Journal of Contemporary Asia, Vol. 40, No. 3, Pg. 393–400. Benjamin K.
Sovacool. August 2010.
[6] El caso de Chernóbil es de una fusión del núcleo,
lo que es el accidente más temido porque puede resultar en la expulsión de gran
cantidad de materiales radiactivos al medio ambiente. Implica, casi con total
seguridad, la destrucción del reactor y la imposibilidad de su reparación. No
debe confundirse con el término fusión nuclear, que hace referencia a la unión
de átomos. (WIKIPEDIA)
[7]
http://www.johnstonsarchive.net/nuclear/radevents/2013MEX1.html
[8] La exposición a Ir-192 puede aumentar el riesgo
de cáncer debido a su radiación gamma de alta energía. La exposición externa de
Ir-192 puede causar quemaduras, enfermedad por radiación aguda, e incluso la
muerte. (www.bt.cdc.gov/radiation)
[9] The radiological accident in Cochabamba. — Vienna : International
Atomic Energy Agency, 2004.
[10] Australian Radiation Incident Register. Summary of Radiation
Incidents. 1 January 2013 to 31 December 2013