"...no podemos
sino sumarnos para dar algunos aportes de cambio a algunas palabras 'neoliberales' de las cuales está plagada la literatura científica universal.
Por ejemplo, resultará incomodo decir “célula”, por lo cual sugiero utilizar la
palabra compuesta “cosita invisible que
vive” . (Por Marco Octavio Ribera
Arismendi* .Mayo 2014)
El
afán de “descolonizar” las palabras en la militancia del MAS y sus fervientes servidores,
parece no tener límites. Resulta que con motivo de afinar los reglamentos de la
Ley Marco de la Madre Tierra (Ley 300), que valga la aclaración es una ley
esencialmente expoliativa y que por ello el antropólogo Pablo Villegas la ha
definido como una “Ley para sacarle la
madre a la Tierra”, las luminarias
que definieron los conceptos como zonas de vida y sistemas de vida, habían
realizado tal propuesta bajo la asombrosa lógica de cambiar el concepto
científico de “ecosistema”, debido a que es “neoliberal”. La primera reacción fue de renegar ante
tamaña fruslería, pero luego se ve que la trascendencia del tema es inmensa, e
incluso da para poder anecdotizar al infinito.
El
concepto de ecosistema en su forma más simple
se refiere a una comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales están relacionados entre sí, y su etimología
se basa en la palabra griega "oikos"
que significa casa y del latín "systêma" que significa normas,
procedimientos. Se desconoce cuan “neoliberales” eran las intenciones o afanes de
Clapham y Tansley, los botánicos que en los años 30 del siglo pasado, acuñaron
el vocablo.
Ante
tanta trascendencia en el cuestionamiento del vocablo Ecosistema, no podemos
sino sumarnos para dar algunos aportes de cambio a algunas palabras
“neoliberales” de las cuales está plagada la literatura científica universal.
Por ejemplo, resultará incomodo decir “célula”, por lo cual sugiero utilizar la
palabra compuesta “cosita invisible que
vive”, también la palabra bosque, puede resultar incomoda, entonces se pude
decir “montonera de árboles” y
obviamente el concepto “forestal”, que además viene del inglés Forest, debería
decirse algo como referido a “persona o
disciplina que estudia montoneras de árboles”. La tarea puede llegar a ser
ciclópea, dada la abundancia de términos neoliberales. Por ejemplo
“Fotosíntesis”, es un gran desafío, pero se puede simplificarla para salir de
la trampa neoliberal, como “cosa que se
que se hace con luz”. El concepto de biodiversidad, desde lejos muy “neoliberal”,
se la puede trastocar simplemente a “montonera
de cosas vivas”. En el caso de la terminología digital la cosa es más
difícil, pero “Facebook”, palabra
hiper-neoliberal desde luego, la podemos redefinir en castellano como “cara de
libro”, con Skype y twitter estamos realmente estamos realmente figurillas. Y
así, podemos pasarnos media vida en una tarea de tanto trascendentalismo que
nos puede emocionar hasta las lágrimas.
Tendremos,
sin duda algo más, dificultad en trastocar vocablos que no sabemos si son neoliberales
o no, esto en función a la enorme aceptación que tienen en todas las
esferas y oficinas del gobierno. Por ejemplo, “Dakar”, “Fracking y Shale gas”,
“REPSOL”, “agroindustria o agrobussiness”, “telecentros”, “teleférico”,
“hidroeléctricas”, “geotermia”, “siderurgia”, etc.
Realmente
impresiona que la tecnocracia al servicio del actual gobierno invierta su
tiempo en semejantes majaderías, no es el hecho en sí de que el concepto
ecosistema pretenda racionalmente ser mejorado por, es un ejercicio científico
per se, lo inaudito es que se la pretenda sustituir bajo un argumento falaz y
de una inconsistencia del todo risible.