El libro Geopolítica de las carreteras y del saqueo de los RRNN, no es un tratado histórico nos va a asegurar el autor, para definir a continuación, que se trata de la interpretación de la historia; de los datos que la historia olvida y como tal, añado yo, se hará cargo de esa otra historia, la que se entreteje bajo el manto de protección de gobernantes y diplomacias al servicio de las potencias colonialistas y de las transnacionales.
Pablo Villegas se va a empeñar en demostrar que el mapa de Bolivia, tal como lo conocemos fue definido fatalmente con la primera línea férrea que Chile construyó en nuestro territorio el año 1873, a pesar de la prohibición del gobierno boliviano, y antes de la guerra del pacifico en la que perdimos nuestro litoral. Y digo fatalmente porque, como en las tragedias griegas, la fatalidad es la que se impone confabulando con poderes a los que el pueblo nunca alcanza. ¡Una locomotora con el nombre del Presidente Frías…ese fue el precio! Y allí se midió la estatura de nuestros gobernantes en todas las pérdidas territoriales; los contratos coloniales con las transnacionales, los estímulos al capital extranjero y a los países que los respaldan y el mismo carácter entreguista, sumiso, de los acuerdos internacionales y bilaterales.
Desde esa primera invasión quedó definido quién tendría el control del poder sobre nuestro territorio, y también inmediatamente después de la guerra del Pacífico, como si no hubiese ocurrido ninguna injusticia, como si no se hubiese herido de muerte a nuestro país, el discurso del Presidente Arce va a expresar el compromiso del Estado, con los poderes económicos y transnacionales de Chile, antes que con el pueblo de Bolivia. Allí, en 1873, se definió también, nos asegura el autor con suficientes datos, que va a exponer rigurosamente, la suerte del ACRE; la desestructuración de la economía del oriente y del chaco; la guerra de las petroleras, que logran confrontar a dos países que lo que menos tenían eran razones para tal confrontación.
Con minuciosa precisión en la articulación de los datos y de la historia Pablo nos va a demostrar que desde allí se va a definir también, a fines del siglo IXX la guerra federal; en el siglo XX, el Plan Bohan que no hace otra cosa que sacar del escenario a los ingleses con su industria ferroviaria para imponer la de las carreteras y la del petróleo de los EEUU. Melgarejo fue el pretexto de las élites, de las “roscas” andinas, tal como después las definiera Montenegro, que se encargaron de escribir la historia, omitiendo sus propias traiciones. La historia de la esclavitud y de las injusticias y de los más inconcebibles atropellos, crímenes y exterminio de los pueblos indígenas de Bolivia va de la mano, como el tributo exigido, con la configuración de la geopolítica boliviana y latinoamericana. Los esclavos mineros, los esclavos siringueros, los esclavos de las obras viales, los indios, mestizos, mulatos; los pueblos, reclutados y obligados a las guerras y a los campos que nunca fueron suyos. Y, desde la resistencia, sus movimientos reivindicatorios, que nos heredan su dignidad; la única dignidad que acaso hubo en esta historia y de la cual han adoptado el discurso más de un impostor en la Región.
A esta dignidad pisoteada y suplantada se va a referir el autor ampliamente, cuando, ya en pleno siglo XXI, otra vez desde la geopolítica de las carreteras y del saqueo de los RRNN, son los pueblos indígenas los que van a interpretar, a develar y a denunciar ante el mundo lo que los gobiernos progresistas y no pocos intelectuales de izquierda, se van a esforzar en ocultar: el proyecto IIRSA, concebido quizá también allá en esa lejana locomotora, con el pasaporte para entrar y salir de Bolivia con las mercancías de las potencias, concebido en el consenso de Washington y en pleno auge de los gobiernos neoliberales del siglo XX y adoptado en el siglo XXI, en pleno auge de los gobiernos de la izquierda progresista.
Tras la lectura de este libro surgen los nuevos enfoques para empezar a entender Bolivia, a partir de su historia que queda inconclusa si no entendemos la de América Latina; sino entendemos hoy el rol de los gobiernos progresistas de la Región, con los que según el autor, se producen cambios geopolíticos, expresados en la IIRSA y en varias diferentes formas de nuevas territorialidades supranacionales como los acuerdos de mercados energéticos y mineros transfronterizos, en la UNASUR, en espacios como el ALBA, en el patrón extractivista que hoy determina un 94% de exportaciones de materia prima; en una política energética (anillo energético) que se expresa, en Bolivia con los Proyectos del Río Madera, y los de integración comercial con el gas.
En suma, la fatalidad de nuestra historia se cierne nuevamente como una pesadilla en el siglo XXI, esa es la principal advertencia que nos hace Pablo: “Se están constituyendo nuevas territorialidades, se está redibujando el mapa, se están ablandando las fronteras nacionales, en pos de facilitar la integración de las transnacionales, no de los pueblos”. “Geopolítica es quien controla el territorio y el que controla decide cómo se usa y a quien pertenece, y esto no es solo una cuestión de economía, es también una cuestión de guerra y de paz”, afirma.
Finalmente el libro Geopolítica de la carreteras y saqueo de los RRNN nos va a llevar a transitar todas las IIRSAs de nuestra historia con y en un Estado, que según Pablo Villegas, nunca estuvo ausente como se asegura en el discurso acerca de la debilidad del Estado boliviano, sino que estuvo omnipotentemente presente, al servicio de las élites, antes de las guerras y definiendo nuestras guerras para dar continuidad a esta relación: “El Estado “ausente”, es la forma de Estado de la oligarquía y por su puesto de las oligarquías regionales”, asegura.
¿Cómo es posible entonces que estemos prestos a repetir ese carácter del Estado hoy en la Región? Va a preguntarnos Pablo, planteando una enorme interrogante también cuando se pregunta cómo Bolivia, después de haber sido matoneada por todos, ahora se presta a enviar sus propias tropas a ocupar otro país acudiendo y ratificando la exigencia imperialista del Brasil? dejándonos, sin lugar a dudas la gran tarea de incorporar estos asuntos, estas críticas, estos debates y esta nueva a las agendas del país.