"El caso boliviano no es el de un pequeño país sumido en la crisis y
que es avasallado por las grandes corporaciones que conquistan su
territorio. Por el contrario, el vicepresidente anunció que el propio
Estado dará subsidios económicos para esa exploración."
"Las alertas comenzaron a repetirse en todo el continente: el gobierno de Bolivia anunció que comenzaría a buscar y explotar hidrocarburos dentro de sus áreas naturales protegidas."
"Las alertas comenzaron a repetirse en todo el continente: el gobierno de Bolivia anunció que comenzaría a buscar y explotar hidrocarburos dentro de sus áreas naturales protegidas."
Las
alertas comenzaron a repetirse en todo el continente: el gobierno de
Bolivia anunció que comenzaría a buscar y explotar hidrocarburos dentro
de sus áreas naturales protegidas. Este embate es otro síntoma de la
tendencia actual de extraer los recursos naturales en cualquier lugar
que se encuentren, incluso en zonas que permanecían resguardadas por
diversos motivos como pueden ser las comunidades campesinas, las tierras
indígenas o las áreas naturales protegidas. Se dice que los impactos
podrán ser gerenciados o compensados, y que se educará a las comunidades
locales para que no se opongan. Bajo esta premisa de explotar recursos
donde sea, concientizar comunidades locales, y compensarlas, ningún
sitio, ni nadie, están a salvo.
El caso boliviano posiblemente sea el más agudo y contradictorio. Es que presidente Evo Morales en los foros internacionales tenía una fuerte retórica en defensa de la Madre Tierra y contra el capitalismo global. Pero el problema es que, “dentro de casa”, la protección ambiental se debilitaba cada vez más, de la mano con una inserción capitalista en aumento.
El caso boliviano posiblemente sea el más agudo y contradictorio. Es que presidente Evo Morales en los foros internacionales tenía una fuerte retórica en defensa de la Madre Tierra y contra el capitalismo global. Pero el problema es que, “dentro de casa”, la protección ambiental se debilitaba cada vez más, de la mano con una inserción capitalista en aumento.
Aunque esta no es una situación aislada, sino que esta es una
tendencia que se encuentra en otros países, es necesario precisar
algunas facetas destacadas de la medida boliviana. Según el anuncio de
su vicepresidente, Alvaro García Linera, la estatal petrolera boliviana
ingresará a los parques nacionales para explorar y explotar recursos
hidrocarburíferos, porque son áreas “altamente petroleras y gasíferas
(ver las declaraciones aquí…)
Tres aspectos sobresalen:
- Se defiende la necesidad de comenzar a explotar los recursos naturales dentro de las áreas protegidas.
- Se afirma que se apelará a procedimientos que minimicen el impacto ambiental y que se gastará todo lo que sea necesario para compensar esos impactos.
- Se anuncia que se “concientizará” a los pueblos indígenas tanto sobre la necesidad de este tipo de desarrollo.
Estas tres ideas merecen ser analizadas con mucho cuidado. La primera afirmación
es, en los hechos, una renuncia al mandato de protección de la
Naturaleza. Las áreas protegidas son precisamente “protegidas” de los
aprovechamientos intensivos, y entre ellos sin duda se encuentran los
emprendimientos extractivistas. La finalidad de esos sitios es asegurar
la preservación de la biodiversidad, dirían los biólogos de la
conservación, o el respeto a la Pacha Mama, dirían muchos indígenas
andinos. Los anuncios gubernamentales están en contra de cualquiera de
estas dos perspectivas. La posible consecuencia es que Bolivia ya no
pueda tener áreas protegidas bajo las categorías más estrictas, sino que
deberá resignarse a aquellas más flexibles, enfocadas en los “usos
múltiples”.
Desmontar las normas de protección de áreas naturales y afectar todo
un “sistema de áreas protegidas”, por cierto que genera fuertes
contradicciones políticas con otros dichos del gobierno liderado por el
MAS. Pero esto ahora es posible ya que bajo la nueva ley de la “madre
tierra” el foco de la gestión estatal es el “desarrollo integral”, y
seguramente que bajo esa mirada convencional no hay nada más “integral”
que exprimir todos los recursos naturales.
El razonamiento de García Linera es inverso. En efecto, sostiene que
como una “una buena parte” de las reservas de hidrocarburos bolivianos
está en sitios que “se han ido declarando en los años parques”, y la
razón para ello sería evitar su exploración, “para que guardemos
seguramente para alguien” afirmó el vice boliviano. Esa última
afirmación se acerca a la retórica otras veces escuchada en Bolivia de
algo así como una conspiración internacional donde las áreas protegidas
serían en verdad mecanismos para evitar la explotación de recursos
naturales.
El giro conceptual es enorme, ya que las áreas protegidas, según esa
postura gubernamental, no sirven a conservar el patrimonio natural de
los bolivianos y asegurarles una mejor calidad de vida, sino que impide
el desarrollo convencional. Esto lo dice claramente el presidente de la
estatal petrolera boliviana, afirmando que “las licencias ambientales
retrasan la ejecución de proyectos, por eso es necesario trabajar para
que dejen de ser obstáculos”, y por ello ha solicitado modificar las
normas que la regulan (veáse aquí…).
Es otro ejemplo de “licencias express”. Bajo el nuevo “desarrollo
integral”, se impone un mandato para explotar esos recursos, incluso
dentro de las áreas protegidas.
El segundo anuncio expresa otro intento de remontar
las contradicciones de estas medidas. Se dice que la explotación dentro
de áreas naturales no tendría efectos, o que estos pueden ser
minimizados. Dice García Linera que se explotarán los recursos “con el
debido cuidado, con la debida capacidad mitigadora de los impactos
ambientales, con el debido cuidado para preservar la estructura natural
de los bosques, de los cerros y de los ríos”. Da un paso más, y agrega
que se gastará “la cantidad de dinero que sea necesario para garantizar
esa mitigación”.
Comencemos por advertir que esa es una afirmación que carece de base
científica. La explotación de hidrocarburos implica serios impactos
ambientales, en unos casos directos (por ejemplo en las torres de
perforación o los gasoductos), así como indirectos (la apertura de
caminos o trochas dentro de áreas naturales). Los efectos involucrados
van desde pérdida de bosques, alteración de la matriz original del
paisaje, creación de corredores de impacto, efluentes, contaminantes,
etc. A riesgo de ser esquemático, pero para ser muy claro: la
explotación minera o petrolera en ecosistemas tropicales conlleva serios
impactos ambientales, muchos de los cuales no pueden ser mitigados, y
donde la restauración puede ser muy lenta o imposible a mediano plazo.
No hay impedimentos técnicos, sino que esto sería, apenas, cuestión de
dinero.
Más allá de la evidencia científica, el propio sentido común de las
comunidades locales sabe de esto: la llegada de perforadoras, el uso de
explosivos, o el tránsito de equipo pesado, encierra efectos negativos
sustantivos.
Aún admitiendo que en algunos casos se podrían usar ciertas
tecnologías de punta, o programas de restauración ambiental enérgicos,
los costos involucrados son tan enormes que cualquiera de esos
emprendimientos dejaría de ser rentable. Pero el gobierno insiste en que
una compensación económica sería suficiente para asegurar la mitigación
ambiental.
A pesar de toda esa evidencia, desde los gobiernos se insiste en que
esos impactos no existen, o invocando un envidiable optimismo científico
técnico, aseguran que se cuenta con las tecnologías para reducirlos y
manejarlos. García Linera no está solo en esto, y en más de una ocasión
Rafael Correa sostiene que en Ecuador la gran minería no tendría
impactos significativos. Hay casos similares en otros países, llegando
incluso a defenderse explotación petroleras que serían “islas” en la
selva, comunicadas únicamente por helicópteros. De estos y otros modos,
se defiende una ilusión de la ausencia de impactos o que éstos pueden (y
serán) manejados.
El tercer punto es todavía más preocupante, por lo
que dice y por lo que anuncia. El llamado a “concientizar” a los
indígenas y grupos locales parte de una postura de superioridad frente a
las comunidades locales. Estas últimas serían ignorantes o atrasadas, y
los jerarcas gubernamentales que “todo lo saben”, las educarían. Sin
duda que hay mucha pedantería en juego aquí. Otra vez más estos casos no
son raros, y hay unos cuantos ejemplos de presidentes que “enseñan” al
pueblo, como si fueran niños, que los impactos sociales y ambientales no
existen o serán compensados.
Pero también hay mucho para preocuparse, porque esa postura de
superioridad autoasignada es usada como excusa para la imposición del
extractivismo. Se insiste en la tarea pedagógica de explicar, pero
cuando a juicio de sus promotores los esfuerzos de “enseñanza” ya no son
fructíferos, rápidamente se pasa a la imposición. Esto implica
cuestiones como desatender la oposición local, aplicar medidas
policiales sobre los territorios, desplazamientos de comunidades,
criminalización de la protesta ciudadana, o judicializar a sus líderes.
“Intentamos concientizarlos …pero no nos escucharon” – es la excusa que
después se escucha en varias situaciones.
El caso boliviano no es el de un pequeño país sumido en la crisis y
que es avasallado por las grandes corporaciones que conquistan su
territorio. Por el contrario, el vicepresidente anunció que el propio
Estado dará subsidios económicos para esa exploración. En efecto,
sostuvo que se otorgarán, vía decreto, nuevos estímulos para una rápida
recuperación de la inversión petrolera en actividades de exploración,
según la prensa. La reacción del empresariado es “sentirse un poco más
optimistas tomando en cuenta que la medida ha sido declarada como un
objetivo nacional” (declaraciones aquí…).
Se cierra así un círculo, donde la protección de la Naturaleza deja
de ser una salvaguarda del patrimonio boliviano y sería, por el
contario, una impedimento para el desarrollo; donde la protección de la
Madre Tierra debe ser entendida como un desarrollo integral que explote
todos los recursos; donde los impactos negativos pueden ser todos
manejados y ello es sólo cuestión de dinero; y donde los que se oponen,
serán concientizados.
Publicado el 29 de mayo de 2013.
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