Pablo Villegas N. 17-9-19
1. Controla todas las instituciones del estado;
2. Que está por encima de la ley; y
3. Que no reconoce el voto popular.
Con estos tres
elementos pasamos a un régimen dictatorial, aunque en realidad para
eso basta el tercero.
Para que se entienda
la nueva situación, supongamos que de alguna manera -sea por
estrategia o cualquier otra causa- el binomio hubiera quedado fuera.
En ese caso el MAS naturalmente habría puesto otros candidatos.
¿No
era eso lo que queríamos?
Sí.
Eso era lo que
queríamos.
Esto quiere decir
que en esa situación todos habríamos ido felices a las urnas. Lo
malo es que igual el MAS habría tenido todas las de ganar porque ya
había logrado controlar todas las instituciones de estado incluyendo
las electorales.
Eso es dictadura.
Sin embargo, muy
pocos se atrevieron a decir esa palabra porque implicaba una nueva
consigna que era:
“Abajo la dictadura”.
De ahí es que el
“no-a-la-repostulación” se mantuvo, cosa que está bien pero
esto fue excluyendo el “abajo la dictadura”. Así es que su objetivo (el de
la no-repostulación) se sometió a los procedimientos
pre-electorales y se postergó:
1. Hasta la presentación de las candidaturas para las elecciones;
pero,
2. Sin ninguna estrategia para que se rechace la repostulación.
La prueba de que no
había ninguna estrategia real, (o sea dentro el país, no trámites
auxiliares en el exterior), es que, por el contrario los partidos de
oposición participaron de la elaboración de Ley de Organizaciones
Políticas y fueron a las primarias, derivadas de dicha ley, sabiendo
que era el mecanismo para legalizar la repostulación; sabiendo que
una vez consumadas las primarias la autoridad electoral no tendría
más que aceptar su único resultado posible, que era la legalización
del binomio Morales-García.
O sea que si alguien
llegó preparado a la pelea ante en la presentación de candidatos
fue en vano porque las primarias ya habían definido el asunto.
Así que ya estamos
en plena campaña electoral y con los candidatos de oposición
compitiendo con el binomio, reconociendo tácitamente su legalidad
como ya lo hicieron desde las primarias.
Hace unas semanas,
gracias a los cívicos y otros sectores menos blandos de la oposición
arrancó la movilización por la renuncia del ente
electoral, a lo cual arrastraron
“exitosamente” a los partidos. El éxito entrecomillado es
porque eso les permite seguir en el juego del gobierno al mismo
tiempo que aparentan oponerse.
Bien, si se logra
voltear al ente electoral habrá que nombrar otro que lo reemplace
pero los mecanismos para hacerlo seguirán siendo los mismos y
seguirán en manos del MAS.
Esto plantea otra
pelea -y mucho más dura- por influir en dichos mecanismos. Para eso
habrá que crear una situación de fuerzas tal que la dictadura se
vea obligada a tranzar en la conformación de un nuevo organismo a
sabiendas que el nuevo no podrá aceptar la repostulación de
Morales-García.
¿Cuáles son las
perspectivas de que se de tal situación?
Esto quiere decir
que seguimos en el camino hacia unas elecciones que serán fraudulentas, cosa
que todo el mundo reconoce, incluso la misma oposición.
Ahora, para ver el
futuro la cuestión es ¿por qué participan en las elecciones si
saben que va a haber fraude?
Llegado a este punto
ya me parece oír lo que en las guarderías llaman “las palabras
mágicas”.
Esas palabras en este caso vienen a ser:
“Ajá!
lo que tu quieres es que se quede el Evo?”
"Aja! lo que tu estás planteando es la lucha armada?"
Bueno, lo que ocurre
en la Chiquitanía ayuda a responder estas preguntas de guardería y
otras….
(...vuelvo
después...)